"El Gobierno investiga el "escandaloso" vaciado de los pantanos gestionados por Iberdrola para producir luz"... Bien, bien, hasta aquí bien, ¿y ahora cómo sigue? Ni idea, aunque lo más probable es que dé en nada, en la medida en que las eléctricas demuestran a diario que son más fuertes que el Gobierno (y no solo las eléctricas) y que la firmeza de este se ha reducido a que una vicepresidente diga que no le parece razonable, ahí es nada, razonable, aunque sí escandaloso, el vaciado de pantanos cuando en realidad debería haber dicho que es un acto criminal, sin paliativos, en cualquier estado con verdaderas características sociales. Este no lo es y cada vez menos, y lo está demostrando a diario, por una esquina y por otra, amenazado en sus cotas residuales por las privatizaciones salvajes de servicios públicos y la amenaza efectiva de una actividad política de gobierno que las haga por decreto y en plan morterada: están a un paso.

Dicho sea lo anterior al margen de que la ministra socialista defienda el sistema de puertas giratorias, reputándolo con desfachatez poco menos que leyenda urbana, tal vez porque aspire a llevarse una, no bien termine en su actual cargo, y sepa lo que tiene que saber todo ciudadano que aspire a algo: que no conviene indisponerse. Así son...

Hablarán todo lo que quieran pero las energías están en manos no ya privadas sino de multinacionales y, claro, sigue la ministra, eso es geopolítica y complicado por no decir que es intocable. Admitámoslo, admitamos que el sistema es firme en su podredumbre y que no basta con darles el voto.

¿Y quiénes son en este país los antisistema, los asociales?Pues vamos viendo que la gente que pide empresas públicas en aquellos sectores que constituyen la base de un estado de bienestar social; que desea que la banca devuelva lo a estas alturas apropiado sin recato, no sé si de manera indebida o consentida, pero sin intención alguna de devolución;que aspira a que la sanidad sea pública y de calidad, algo que se consigue si la administración se lo propone, no si se propone lo contrario, destruirla; que reclama que el Gobierno proteja y haga respetar de manera efectiva lo que la Constitución prevé en materia del derecho a la vivienda sea cual sea la condición del ciudadano... y etcétera ¡Antisistemas! ¡Bolivarianos! ¡Venezuela!

"Je suis Charlie"... Bien, bien, estupendo, muy honorable, y hale, todos a la calle, en cortejo, a sacar pecho, a llenarse la boca con la libertad de expresión y concordantes, pero nada de "Je suis Puta", con Zahara, la cantante silenciada de golpe por ofensas a las creencias. Pero, ah, no, eso no, si quieren meterse con las creencias y sus nubes de humo, que se metan con las de otros, las nuestras son intocables, respetables, protegidas por Código Penal incluso, tipo recortada... esencia patriótica.

La inmensa mayoría de los que salieron a la calle en defensa de la libertad de expresión y condena de los atentados de Charlie-Hebdo, la revista satírica francesa, ignoraba hasta dónde llegaba de ordinario la sátira de la revista porque de haberlo sabido se habrían cuidado muy mucho de apoyarles sin reservas y habrían pedido la cabeza de todos y cada uno de sus corrosivos dibujantes... cuando menos a efectos administrativos, que es lo que se lleva: la represión administrativa, burocrática y efectiva a base de prohibiciones y multazos, que conducen a las muertes civiles y a las mordazas.

La hipocresía social no conoce límites, pero es algo tan habitual, tan practicado que no produce indignación alguna: libertad de expresión para mí y mordaza para el prójimo que es mi enemigo a nada que disintamos de algo: de la tortilla de patatas con o sin cebolla a la corte celestial... hay mucha materia para disentir y encabronarse.Que a la Zahara le cancelan (prohibición) un concierto por presiones del PP y VOX, que es mucho presionar, a causa de un cartel en el que dicen que la cantante se mete con la Virgen, pues peor para ella, no haber enredado con lo que no debe. Si la cantante quiere meterse con otra religión, que se meta, pero con la nuestra ni tocar. Así que casi mejor «Je suis Charlie», que está lejos y se entiende a medias, y no compromete absolutamente a nada.

La hipocresía social no conoce límites, pero es algo tan habitual, tan practicado que no produce indignación alguna: libertad de expresión para mí y mordaza para el prójimo

Hablarán todo lo que quieran pero las energías están en manos no ya privadas sino de multinacionales y, claro, sigue la ministra, eso es geopolítica y complicado