¿Se acabó? Al leer el titular en las webs de los diarios del Grupo Noticias, me vino a la cabeza Jean Mixel Bedaxagar entonando "Nafarroa, zazpietan lehena". Con el soniquete de fondo, leí la noticia de cabo a rabo. Salvo error u omisión por mi parte, María Chivite ha sido la primera autoridad autonómica del Estado en anunciar el fin de la mayoría de las limitaciones vigentes por la pandemia. Es cierto que Madrid, Valencia o Catalunya habían abierto la mano considerablemente en los últimos días, pero hasta la comparecencia de ayer de la presidenta foral, en ningún lugar se había dado el paso de derogar de un solo golpe prácticamente todas las normas restrictivas que han condicionado nuestras vidas desde hace año y medio. De alguna manera, lo que hizo Chivite ayer fue promulgar el último parte de guerra contra la pandemia.

¿Audaz o temerario?

La pregunta inmediata es si se trata de un paso audaz o temerario. Cuando lo planteé ayer en Twitter en esos términos, alguien me respondió que ni lo uno ni lo otro, que simplemente es una medida lógica, una vez que se ha alcanzado la vacunación del 85 por ciento de la población. Desde luego, es un argumento más que razonable. La objeción es que apenas anteayer, con un porcentaje de inmunización no demasiado inferior, estábamos batiendo récords de contagios incluso por encima de los números de la primera ola y con los hospitales mucho más llenos de lo que habíamos sido capaces de prever. Los pronósticos de despedir al virus antes del verano se dieron de bruces con la realidad de un modo estrepitoso.

Vuelta a la vida anterior

Ni por asomo es mi intención resultar pájaro de mal agüero. Simplemente recuerdo que ya hemos dado una vez por cautivo y desarmado al virus y luego vino la quinta ola con la rebaja. Desde su irrupción, cuando era una pequeña gripe que apenas iba a registrar casos entre nosotros, el bicho ha ido desmontando afirmaciones que transitaban de lo arrogante o lo ignorante. Hoy es el día en que todavía no sabemos siquiera si acabaremos necesitando una dosis de refuerzo o, incluso, si tendremos que vacunarnos cada año. Sí hemos interiorizado, y eso está muy bien, que no nos quedará otro remedio que convivir con él. Es ahí donde cobra sentido la determinación de ir volviendo a la vida anterior a marzo de 2020. Siempre sin perder de vista los datos sanitarios y teniendo claro que habrá un puñado de cosas que no serán exactamente igual. Es pronto para decir cuántas y cuáles. Lo iremos comprobando. Mientras tanto, disfrutemos.