Los chopos no se talan (y III)
Finalmente, las máquinas se llevaron por delante la chopera. Con gran premura, el paisaje que conocíamos los vecinos de Mendillorri ha desaparecido. En nuestro caso, ya sólo queda esperar y exigir que, una vez finalizada la obra, se restablezcan o incluso mejoren los valores ambientales y paisajísticos de la zona. Sin embargo, se pueden extraer una serie de aprendizajes sobre este episodio.
¿Queremos, como sociedad, seguir cediendo espacio al asfalto en detrimento de bosques urbanos o zonas verdes como ésta? ¿Debemos continuar asumiendo como normal la invasión por parte del vehículo privado, ocupando una gran parte del espacio público? ¿Podemos insistir en un modelo de movilidad que incentive el uso del coche mientras pone trabas a ciclistas y peatones? ¿O deberíamos avanzar hacia un modelo de ciudad más sostenible ambiental y socialmente?
La presencia de zonas verdes en las ciudades es un aspecto imprescindible para aumentar la calidad de vida de sus habitantes. Los bosques urbanos, compuestos por vegetación autóctona adaptada a las condiciones climáticas de la zona, mejoran la calidad del aire, regulan la temperatura y facilitan la gestión del agua en la ciudad. Por lo tanto, para conseguir ciudades más amigables en las que vivir, debemos apostar por los bosques urbanos como espacios seminaturales integrados en el esquema urbano. Frente al ruido del tráfico, el canto de los pájaros; frente al humo de los coches, la humedad del bosque; frente al calor del asfalto, la sombra de los árboles.