n la calle de la Esperanza hay un punto morado enorme pegado a la pared. Suena a Sabina pero es así. Bilbao, parada metro Casco Viejo. Este miércoles al verlo mi hijo me explicó qué significa. Tienen interiorizado el rechazo a la violencia de género porque en este colegio público nuestro la igualdad, la coeducación, la diversidad y todos esos cimientos que sostienen y articulan una sociedad sana se trabajan mucho. También otras violencias y abusos ajenos al género, claro, como el bullying. Justo después de que mi hijo de 7 años me ilustrara me vibró el móvil. Una última hora. El acusado de matar a Maguette Mbeugou es declarado culpable por el jurado popular. 44 años de cárcel para Bara N. También se le ha considerado culpable de malos tratos continuados a su pareja, abandono de menores y daños psicológicos a sus dos hijas. Cuando su padre mató a su madre en la sala de su casa las dos niñas de entonces 4 y 2 años estaban delante. 83 puñaladas en tórax, cara y cuello. Después se marchó y las dejó de madrugada a solas con el cadáver de su madre. Terror puro. Un agujero negro. Todas las acusaciones, particular e institucionales, se han puesto de acuerdo en pedir 44 años de prisión, también la Fiscalía. Se espera que la sentencia lo ratifique. Con Bara N. nos hemos cruzado unas cuantas veces por el casco, vivía en un barrio contiguo. Su casa se ha convertido en el lugar de los hechos y ese hombre altísimo cuya mirada llamaba la atención, en un asesino. Todos somos hijos de la educación, del entorno y también de qué hemos decidido hacer con ello. Tras leer la noticia en la pantalla del móvil pensé que mi hijo, como otros muchos niños, tiene suerte. A los hombres que cuando se habla de violencia de género reclamáis ¿y para nosotros qué? Os pueden atracar y dar una paliza, a nosotras también. Os puede maltratar un jefe, a nosotras también. Pero vuestra pareja no os va a golpear por ser hombres. No os va a matar por estar convencida de que sois suyos. Este es el punto extra.