eriódicamente, el Departamento de Salud nos ofrece -y hace muy bien- los datos del porcentaje de personas no vacunadas que hay en la UCI con Covid con respecto al total de ingresados. Hace poco era el 70%. Con un 10% de no vacunados, que el 70% de los que están en UCI sean no vacunados es muy indicativo. A mí, no obstante, también me gustaría saber el porcentaje de no vacunados sobre el total de ingresados y el porcentaje de no vacunados sobre el diario de positivos. Más que nada para que los vacunados nos vayamos dando cuenta de que, sí, efectivamente, los no vacunados se arriesgan seriamente a pasarlas canutas y además están contribuyendo a propagar el virus, pero que también los vacunados tenemos mucha parte de responsabilidad. Lo explicaba a las mil maravillas el Jefe de UCI del Hospital Donostia: “estamos a las puertas de tener que cerrar los colegios, porque la transmisión es impresionante y porque los adultos no queremos tomar medidas. Me gustaría equivocarme, y si así fuera, pediría perdón, pero creo que lo que nos pasará es que los niños estarán sin clase mientras sigue la fiesta en la calle. Estamos en un riesgo serio de que nos pase esto y me gustaría equivocarme, y si así fuera, pediría perdón, pero creo que lo que nos pasará es que los niños estarán sin clase mientras sigue la fiesta en la calle, los bares abiertos y los quirófanos cerrados, los ancianos muriéndose y nosotros, de juerga. Eso me parece terriblemente duro y que nos define como sociedad, y no muy bien. Me genera tristeza, desazón y rabia”. Porque esto es así. No digo que no tenga su parte de lógica, el que como sociedad harta de algo hayamos creído que vacunarnos era todo lo que había que hacer para volver a lo de antes, pero los vacunados sabíamos perfectamente que esto no era así, que el riesgo de contagio, propagación e ingreso seguían existiendo, como ocurre con la gripe.