abíamos vuelto a ver las sonrisas, a reconocernos por las caras, a sentirnos un poco mas cerca guardando las distancias, a ir viviendo día a día, mirando el futuro con ojos bien abiertos, con una cierta esperanza necesaria. Pero no teníamos muy claro hacia dónde nos dirigíamos todavía, quizás porque en este tiempo marcado queramos o no por la pandemia, lo que fue ya no lo es y hay que aprender a vivir el presente, porque si nos planteamos volver, ya no sabemos a dónde. Hay una frase de la escritora Irene Vallejo que más o menos dice que la literatura o la lectura es un oasis en medio del desierto de la prisa, esa prisa veloz que nos hemos impuesto para no parar. Corremos en el día a día y exigimos que todo vaya muy rápido, impacientes, sin darnos tiempo para lo esencial, para las personas, para recuperar las palabras como la única herramienta posible para entendernos o al menos intentarlo. Mejor vivir despacio, disfrutar del viaje, porque siempre se acaba llegando, ese es el mensaje que para mi está en esa idea. Y así es un poco el documental Mendiak 1976, el hermoso trabajo que nos plasma en imágenes la expedición navarra en ese año al Shakhaur, un siete mil en Afganistán. Una aventura hoy impensable, no por la montaña ni su dureza, sino por el país, por cómo ha cambiado y sobre todo por cómo hemos cambiado las personas. La película nos retrata los valores esenciales en la montaña, la solidaridad, la amistad, la generosidad, el apoyo, la vida siempre por delante de los éxitos, valores esenciales también en la vida. Es una historia sobre un viaje, y viéndolo te sientes como en un viaje en el tiempo. Un viaje para volver a un lugar donde las personas se dedicaban tiempo unas a otras, donde las montañas esperaban, donde las cartas eran la única manera de saber unos de otros cuando lo que te separa son fronteras y kilómetros y no existen vuelos baratos. Es una historia de amistad, pero también sobre el dolor, la pérdida y la fortaleza que sacamos las personas en momentos de adversidad. La montaña, la naturaleza, es el lugar que nos reconforta de muchas situaciones difíciles. Subir, para desde la cima sentir la libertad real y ver que el mundo es mucho más que lo que creemos ver delante de cada uno o una. También el cine y la literatura son como las montañas, nos adentran en realidades nuevas, porque la ficción siempre es un refugio para evadirte de la realidad. Y tal y como está la realidad por aquí, ojalá que no nos falten cumbres, sueños y libros para seguir avanzando. Eguberri On.

‘Mendiak 1976’, Es una historia de amistad, pero también sobre el dolor, la pérdida y la fortaleza que sacamos las personas en momentos de adversidad