i desconocimiento sobre el conflicto ucraniano -hay tanto o más conflicto dentro de Ucrania, entre los propios ucranianos, que con Rusia- y el conflicto ucraniano-ruso era hasta hace 3 días superlativo. Desconocía que Kiev tiene un gobierno ultraderechista, por ejemplo, amén de decenas de cosas más. El caso es que veía pasar delante de mis ojos noticias de la posible guerra y como no me enteraba de nada decidí esforzarme: me leí dos hilos de Twitter en 20 minutos. Eso es todo lo que sé del conflicto, del interno y del externo, esos dos hilos, magníficos, por cierto, de Twitter. Pese a lo poco que sé, es infinitamente más de lo que sabía y ahora al menos tengo claro que Ucrania no es una madre clarisa. Que no es poco. Digo porque, como todos, tenemos metido a niveles que incluso nos sorprenden a nosotros mismos una inmensa variedad de prejuicios y tópicos acerca de cientos de cosas del universo, una de las cuales es sin lugar a dudas que si hay una bronca y está por medio Rusia la culpa es de Rusia. La culpa es de Rusia siempre. Cierto es que luego hay una parte de la población, mucho más pequeña, que siempre está del lado de Rusia haga lo que haga, aún cuando Rusia ya no es comunista, pero es una parte ínfima de la población y además seguro que también tiene que pelear con sus propios clichés mentales, que en Occidente pasan porque los rusos son malos y los de su alrededor son menos malos y no digamos ya alemanes, británicos, franceses, estadounidenses o españoles. Esos son todos buenos. De cualquier modo, tanto la historia interna de Ucrania como su propia relación con Rusia y los intereses geopolíticos de medio mundo vienen de lo suficientemente lejos y son lo suficientemente complejos como para saber que aún tengo que meterle muchas más horas a tratar de enterarme de algo mínimamente equilibrado de este -esperemos que se quede en eso- amago de guerra.