Como ni el tiempo ni la autoridad competente, en este caso la judicial, lo impidieron, Isabel Díaz Ayuso aterrizó como cualquier otro paracaidista político de Madrid en Pamplona para dar a los navarros y navarras una lección magistral sobre cómo se gestiona esto de la economía, las comisiones, las familias, las cañas y el escaqueo de impuestos. Lo de la autoridad judicial competente no es una cosa imposible, vista la gestión del PP en Madrid con la pandemia del coronavirus. Familiares, amigos y ricos rentistas con rancios títulos nobiliarios protagonizan una sucesión de escándalos como comisionistas -en realidad saqueadores-, que se beneficiaron de la urgencia de la crisis sanitaria como simples intermediarios en las adjudicaciones de contratos de millones de euros para mascarillas, vacunas o guantes sanitarios que, para colmo, en la mayoría de los casos ni siquiera se ajustaban a los mínimos de calidad. En ese momento, eso sí, miles de personas fallecían en residencias y hospitales de Madrid. Investigaciones que implican al hermano de Ayuso y a un primo de su compañero Almeida, alcalde Madrid. Y los jetas que aún faltan por salir a la luz. Una banquillo de Ayuso en un tribunal de justicia solo seguiría la costumbre que ya han convertido en tradición sus antecesores en los más altos cargos del PP de Madrid, desde Esperanza Aguirre a Cifuentes, Granados, Ignacio González o buena parte de los ministros de Aznar y Rajoy. De hecho, coincidiendo con el paso de Ayuso por Pamplona, el PP era condenado por tercera vez por beneficiarse de la trama Gürtel de corrupción de la mano del Albondiguilla. El apodo lo dice todo. Todos ellos protagonistas de lo que se llama pomposamente traspaso de rentas, en este caso de recursos públicos a bolsillos privados. Una mezcla de nepotismo, centralismo, corrupción, fondo de reptiles y una clase política absurda e incapaz que ha instalado un sistema de privilegios para unas elites que campan a sus anchas en ese desgobierno, ilegalidades y falta total de valores de ese madridcentrismo. Por supuesto, Ayuso hizo una interesante exposición sobre todo ello en Iruña. Ironía. Eso sí, vino de la mano de la Institución Futuro, un chiringuito de presión política y mediática en favor de la desregulación fiscal y un sistema regresivo y desigual de impuestos. Ahí se agrupan quienes utilizan como cualquier otro ciudadano las prestaciones públicas en educación, sanidad, dependencia, atención social, infraestructuras, etcétera, pero que consideran que ellos no tienen que pagar los impuestos que sostienen esas servicios porque eso es cosa de los demás. Los de la famosa mentira insistente que une en cada frase los términos Navarra, infierno y fiscal. Nada nuevo ni nada relevante. Para Ayuso Navarra es, junto a la CAV, Catalunya y Valencia, "lo peor de España" y las navarras y navarros "unos paletos". Quizá por eso, el PP acaba de llevar, junto a la extrema derecha de Vox, ante el Tribunal Constitucional el traspaso a Navarra de la competencia del Ingreso Mínimo Vital, un traspaso que firmó también Navarra Suma de donde comen cada mes dos parlamentarios del PP en Navarra. Esta es la paracaidista que ha mandado esta vez Madrid para llevar a la provincia irredenta de Navarra hacia la luz y decirle lo que tienen que hacer y lo que no a los paletos navarros. Y UPN en silencio, por si acaso.