o sé qué letra le pondría Carlos Gardel a este vertiginoso, instantáneo, global y complejo siglo XXI. Casi mejor nos quedamos con aquel "siglo veinte, cambalache, problemático y febril" del famoso tango que también era un canto resignado a un mundo en el que la línea entre ser honrado y trabajador o un oportunista sin escrúpulos era muy tenue e incluso caía del lado de los segundos en la cuenta de resultados de la vida. "El que no llora no mama y el que no afana es un gil. Es lo mismo el que labura. Noche y día como un buey. Que el que vive de las minas. Que el que mata o el que cura. O está fuera de la ley" continuaba la canción. Da igual si es en el nivel mas cercano como en el ámbito estatal o internacional. En la cultura o en el deporte. En la política o en la economía... El mundo parece haberse vuelto loco, acelerado y revuelto hasta más no poder. Una guerra en Europa pero a miles de kilómetros pone patas arriba el tapete geopolítico y hasta el menú del día a la vuelta de la esquina. Los gobiernos y la democracia tradicional pierden gas en un mar de dudas agitado por la ultraderecha, mientras que otros cortan el suministro de la esperanza en un mercado sin fronteras éticas. Trigo por armas. El "efecto mariposa" suena ya una anécdota en este Risk mundial que cada día parece jugar con el futuro de todos y todas. Pero volviendo más cerca, las votaciones in extremis y cruces extraños de votos y apoyos se han convertido en el pan de cada día de una desconcertante política de infarto. Por no hablar de las revueltas aguas digitales donde la verdad y la mentira se mezclan y suceden en un juego enloquecido. En tiempos convulsos, instantáneos, impredecibles y complicados la única brújula fiable son los principios y la ética. La verdad y la justicia. Y eso vale para lo individual y para lo colectivo. Para lo local y lo global. Antes y ahora. Ideas sólidas sobre las que se construyeron los pilares de la convivencia y el desarrollo del pasado siglo XX que padeció dos guerras mundiales y, en nuestro caso, una Guerra Civil y una larga dictadura. Hay que volver a unos principios honestos y sólidos. Si se pierde este suelo básico ético y un sentido de la vida en común, cualquier persona, partido, gobierno o empresa puede convertirse en una hoja zarandeada para siempre por las tempestades económicas, políticas, mediáticas o bélicas. Estrategias y convicciones por encima de tácticas y seducciones. En muchas ocasiones es importante decir y pensar aquello de "Estos son mis principios. Y si no te gustan, estos son mis principios", aunque no lo dijera Groucho Marx. Es la mejor manera de empezar para no acabar mal. No hay otra.

En tiempos convulsos, instantáneos, impredecibles y complicados la única brújula fiable son los principios y la ética. La verdad y la justicia