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Y tiro porque me toca

El dedo del Borbón

o era fácil seguir las noticias sobre la deportiva aparición del Borbón en fuga para subirse al Bribón porque, francamente, hoy por hoy tenemos asuntos de más calado que ese del emérito y sus chanchullos y andanzas indecorosas. Estoy seguro de que no soy el único que da ese asunto por irremediable desde un punto de vista jurídico y político. La magistratura le ha echado al patrón del Bribón el capote de su vida, el que está visto no usó en otras ocasiones, y el PSOE otro tanto, ese partido monárquico ya no sé si solo por conveniencia o por emoción servil, como buena parte de la ciudadanía que no pierde ocasión de aplaudir fenómenos de feria y disfrutar de las mojigangas de la realeza y los famosos cuando andan por los tablados, que es casi siempre. Está bien entrenada.

Era imposible sustraerse a la noticia, a no ser que cerraras o casi mejor obturaras, todos las páginas y canales de información. Titulares rotundos, de denuncia tan severa como en balde o sarcásticamente fatalistas unos, que expresaban más impotencia que otra cosa, lacayunos hasta la baba otros; y muchas fotografías a pie de avión o en compañía de elementos de la clase alta local, que estas hablaban por sí solas.

Sobre todo habla por si sola una en la que se ve al Borbón saludando a sus súbditos con el dedo pulgar hacia arriba como un campeón de algún esfuerzo merecedor de aplauso o como un césar que fuera a perdonarle la vida a un gladiador. Porque ese dedo pulgar en alza es propio de un césar o de un deportista después de un esfuerzo de aúpa. Pero en el caso del borbón fugado no ha habido otro deporte que el de amasar una fortuna por medios que no parecen muy decorosos y que en el común de los mortales serían, con mucha probabilidad, delictivos. Pero el caso es que el patrón del Bribón no pertenece al común de los mortales, por mucho que padezca las enfermedades y taras de estos, y defeque, como hace el común, cuando sea necesario. Que el derecho divino ande suelto en este fiemal no me parece asunto a tener en consideración, al revés, el esperpento está asegurado.

También he visto ese dedo en alza en gente que ha sido rescatada de pasar un tiempo bajo tierra o a punto de ahogarse. No es el caso o no del todo, porque estar lo que se dice estar este estaba lejos y si estuvo a punto de ahogarse no se le nota. Ese dedo es el dedo triunfal de un jatorra seguro de gustar, que sabe que está por encima de la acción más elemental de la justicia y de la acción política de quienes verían con gusto un cambio radical de régimen.

Ese dedo en alza de un personaje sin escrúpulos se le muestra a la ciudadanía el mismo día en que las pensiones bajan un 9% y en medio de una crisis sanitaria sin precedentes. Hubiese sido más sincero hacer la higa con el dedo corazón, el digitus impudicus o dedo deshonesto de los romanos, que es el que la realeza y el gobierno nos hacen de manera consuetudinaria, ya sea por cuestiones de sanidad, de hacienda, de educación, de ambiciones políticas elementales o derivadas de la Ley Mordaza que el gobierno no tiene la más remota intención de derogar.

¿Para qué derogar la ley mordaza si les sería de extrema utilidad en un caso de alianza con el PP? Además, ahora mismo Sánchez, el Trilero, está muy ocupado ejerciendo de hombre de estado dadivoso, entregando armas y dineros, y gesticulando a lo grande en los foros europeos por cuenta de Ucrania y sus padecimientos, y de la guerra mundial en la que estamos embarcados sin atisbo alguno de paz a corto o a medio plazo, al revés. No hay más que prestar atención a las bravuconadas, que en otro serían delictivas, del repulsivo Borrell, repartiendo un dinero que no hubo para Grecia ni para otras catástrofes y avalanchas de refugiados. Peligra que nos impongan un impuesto especial de guerra para acudir al pago de las dádivas necesarias y del descalabro al que, como otros, estamos abocados.

En unas circunstancias como estas, el regreso del Borbón en fuga, dedo en alza, para ir de fiesta a unas regatas a Sanxenxo, suena a pitorreo mayúsculo. Así, ese dedo es más insultante que los 97.000 euros que ha costado (¿a quién?) el viaje en vuelo privado del patrón del Bribón hasta la Galicia marisquera por completo impune.