Día 24 de julio. Tudela. Plaza de los Fueros. Abarrotada. Poco antes de las 12 del mediodía en la Casa del Reloj, la multitud corea “¡Que viva España!”, estribillo de un popular pasodoble. El vídeo se hace viral. Oídos hostiles, henchidos de malestar y rabia, lo interpretan como un grito patriótico. Un desahogo de sentimiento español. Un nacionalismo hegemónico y excluyente. Pero ni siquiera se ondean banderas rojigualdas para enfatizarlo. Su último y alborozado compás funde con el Himno de Navarra y este con el chupinazo, cohete o exploto. Nadie ha explicado el sentido real de la inducción por megafonía al canto del estribillo. Un lamentable fallo de protocolo. Penoso. Confunde. El cohete inaugural de las Fiestas de Santa Ana de este año está dedicado a los mayores. Lo protagonizan directores de Residencias de Ancianos. Leo Caerts, compositor belga, es el autor de la música. Tiene 91 años. La inclusión de la canción en sitio de emisión preferente es en realidad un homenaje al creador de tan recio pasodoble ibérico. Un anciano. Caerts lo escribió en 1971 en la Costa Brava (Platja D’Aro-Girona), donde pasaba sus veranos. Para mosqueo del soberanismo catalán, que le interrogó al respecto estos últimos años. La obra fue un encargo para la cantante belga Samantha (Christiane Bervoets), que la cantó en algunos aviones llenos de turistas con destino a España. La sueca Sylvia Vrethammar colocó el título entre los discos más vendidos en el Reino Unido en 1974. Un millón de copias. La letra original en neerlandés (“Eviva España”) es de Leo Rozenstraten (ya fallecido). Después de triunfar en Bélgica y Holanda, se tradujo a inglés, francés, alemán y español. Un portero de la embajada de España en Bélgica, emigrante, lo hizo a su libre albedrío e incorporó referencias a Dios y a las corridas de toros. La versión de Manolo Escobar data de 1988. Así que nada de intencionalidad política. Que viva España. Homenaje a un anciano. Mal pensados.