En apenas una semana, las estadísticas y los datos sociológicos han puesto sobre la mesa cuatro datos que vistos en conjunto apuntan una situación generacional, social y laboral cada vez más inquietante en Navarra. Por un lado, solo el 15% de los jóvenes menores de 30 años vive de forma emancipada y cuatro de cada 10 personas sin empleo tiene también menos de 30 años. Por otro, Navarra necesita afrontar en los próximos diez 10 años el relevo laboral de 70.000 trabajadoras y trabajadores que se jubilarán en ese periodo. Y como colofón de ambas realidades, la Comunidad Foral ha sumado en este primer semestre de 2022 la menor cifra de nacimientos del siglo XXI, mientras que los fallecimientos en ese mismo periodo aumentaron un 15,6% con respecto a 2021. Informaciones que unidas señalan la tendencia demográfica que se viene produciendo en Navarra durante las últimas tres décadas como consecuencia de distintos cambios culturales, migratorios y sociales, así como el fuerte impacto que en los últimos 15 años han tenido las crisis económicas y la pandemia sobre las familias y que está perfilando una nueva época con algunas perspectivas perturbadoras. Los bajos índices de natalidad, el alargamiento de la maternidad –el 41% de las madres tiene más de 35 años–, la diversificación de los modelos familiares, la inestabilidad y precariedad en el trabajo, el exilio laboral de las nuevas generaciones o las dificultades para la conciliación familiar son factores que han modificado de forma sustancial la pirámide poblacional. A todo ello se suma la creciente intención entre las parejas jóvenes de no tener hijos y el estancamiento, y en cierta medida también retorno, de la población inmigrante que ha aportado en la última década el 17% de la natalidad a sus países de origen por la falta de empleo o el empeoramiento de las condiciones laborales. Las instituciones navarras llevan tiempo incentivando actuaciones para hacer frente al reto demográfico en todos sus apartados, dedeo el envejecimiento a la conciliación o la despoblación. Pero parece difícil esperar resultados inmediatos. Sólo mediante políticas activas progresistas y arriesgadas se podrán seguir asegurando el nivel de prestaciones sociales y de bienestar y desarrollo humano que aún presenta la sociedad navarra y que son fundamentales para arraigar a las nuevas generaciones y modificar de nuevo la tendencia de la pirámide de población.