Desde que Josep Borrell, vicepresidente de la Comisión Europea, sugirió el pasado invierno aquello de que habría que bajar la calefacción para frenar la invasión de Putin en Ucrania, no había escuchado otra propuesta tan insólita para combatir los efectos de las restricciones y la subida del precio del gas. Ha sido la ministra de Medio Ambiente de Suiza, Simonetta Sommaruga, la que ha lanzado una nueva idea: ducharse juntos para reducir el consumo de energía. No aclara si el bienintencionado consejo de compartir el chorro de agua que sale de la alcachofa va dirigido solo a parejas convivientes, familias al completo o grupos que quieran reunirse expresamente para frotarse la espalda unos a otras –o a quienes quieran compartir ese momento sin reparar en géneros u orientaciones sexuales–. Digo yo que cuanto más gente, mayor es el ahorro y más grande el daño causado a Putin. Lo de Borrell sonó a chiste en pleno bombardeo de misiles y matanza de civiles, pero el tiempo ha venido a dar la razón al exministro socialista. ¿Tendrá el mismo éxito la idea de Sommaruga? Desde ahora digo que yo estoy dispuesto a sacrificarme. Todo sea por ahorrar…, aunque al final el intento acabe en una ducha fría.