Los pasos del caminante andan perdidos, en las perdidas calles de la Corte, hasta llegar a las Cortes, donde al levantar los ojos observa que el edificio donde se esconde la actividad de nuestros parlamentarios –supuestos representantes del pueblo– está otra vez en obras... ¿Tendrán que limpiarlo de nuevo? Por fuera ya estaba muy bien. Tal vez les sobra dinero del presupuesto para estos lavados de cara o fachada... Los leones de bronce hace mucho que no muerden, pese a estar forjados por los cañones que se tomaron en las guerras del Rif, en África... Parecen muñecos, metálicos peluches, custodiando una columnata que no se sabe ya si sostiene o es sostenida...

Las huellas del viandante llegan pronto al centro geográfico y simbólico de la capital, de España, la Puerta del Sol, que una vez más han levantado y está en obras. Cada poco tiempo deciden los alcaldes de turno que hay que renovarla y darle un aire nuevo... Símbolo de nuestra política de gestos, típica situación hispánica que muestra cómo nuestras instituciones tienden a construir para destruir; lo que un dirigente hace, otro lo deshace. Grandes losas de granito, gruesas, de un metro cuadrado, enteras, se mezclan con el escombro, polvo y arena para tirar. ¿Reciclar? No. Así hay que pagar más a las contratas que suministran materiales... Quienes mandan no son ejemplares, porque horadar la montaña, tallar las losas, traerlas y llevarlas, ponerlas y quitarlas, es un desastre ecológico que afecta, también, al cambio climático, a nuestros bolsillos exhaustos y al sentido común: estúpido. La Corte da ejemplo en derroche y en evidente ineptitud...

Y mientras, una realidad que nos revienta. El sufrimiento, cada vez más atroz, de millones de ciudadanos. Que, desde que comenzó la pandemia, haya cuatro mil suicidios al año y ochenta mil intentos de quitarse la vida es una atrocidad que a gritos pide que hemos de cambiar. Dicen que salvaron vidas encerrándonos, quitándonos la libertad, en la pandemia; pero habría que ver cuántos podían haber evitado la muerte por desesperación si las condiciones hubieran sido algo más sensatas o diferentes. El suicidio es el gran fracaso de la existencia, de quienes lo perpetran, pero también de quienes les rodean pues no pudieron o supieron ayudar como requería la gravedad de esas vivencias. Un incremento de un 250%, pasar de 4 tentativas al día a 80... Que la segunda causa de muerte de nuestros jóvenes de diez a diecinueve años sea por suicidio es algo a considerar muy seriamente para actuar con celeridad. ¡Qué valores conciben! Inducidos a gozar de incesantes placeres..., luego la realidad es trágica y no todos tienen acceso a tantos goces, al contrario; además, la felicidad no se halla solo gozando con la sensibilidad, sino que es una disposición moral, más de fondo, de tipo espiritual... Perdidos caminamos. l