Han pasado ya dos meses desde que DIARIO DE NOTICIAS denunció la desaparición de varias obras de la colección de Arte contemporáneo de la Universidad Pública de Navarra, una de ellas de más de tres metros obra del artista navarro Fernando Iriarte. Ayer, el rector de dicho centro, Ramón Gonzalo, compareció en el Parlamento para abordar este hecho e informar sobre la situación actual de la colección artística universitaria. El rector aclaró que la UPNA cuenta con una colección de 232 obras de arte, de las que a día de hoy 12 están extraviadas, algunas desde 2003 y otras, como la de Iriarte desde 2015. A pesar de que el centro conocía por tanto la desaparición de estas obras de arte que forman parte del patrimonio de toda la ciudadanía Navarra, lo ocultó y hasta el momento no se ha denunciado aún ante la Policía. Lo que se ha hecho hasta la fecha es un trabajo de recopilación de información, aunque el rector aseguró que ahora si “se hablará con la Policía y se le adjuntará la información recogida”. Lo ocurrido con las obras de arte en la Universidad Pública de Navarra es algo que no debería haber sucedido, pero que pasa, y pone de manifiesto el escaso aprecio al arte y a la cultura. No se trata solo del valor económico de las piezas ahora en paradero desconocido, sino mas bien del valor que un espacio dedicado a la educación, la investigación y el pensamiento da al arte como manifestación cultural de primer orden. Es obligación de cualquier institución pública que compra arte, no solo los museos, trabajar por su difusión, investigación y conservación. No es excusa por tanto aludir a que se trata de una colección viva y por tanto dinámica y cambiante en sus sedes e itinerancias, ya que eso se presupone a toda colección del siglo XXI. Tampoco se le pide a la UPNA contar con sistemas de seguridad propios de espacios museísticos, simplemente control y una mayor sensibilidad hacia el patrimonio que posee. Ayer el rector reconoció que la UPNA no ha actuado bien con la obra de Fernando Iriarte, pero no aclaró como pudo desaparecer, ni esa ni el resto. Seguramente a partir de ahora tratarán de que situaciones como esta no se vuelvan a repetir. Queda pendiente el fondo de la cuestión, el verdadero papel del arte en la vida diaria del centro universitario y el futuro de la colección que poseen. Los artistas se merecen otro trato a su trabajo.