El reproche social y político a la justificación y reconocimiento de su participación en el desarrollo de varias acciones de los GAL protagonizada por el exministro de Interior José Barrionuevo, no basta para cerrar el asunto con un ejercicio meramente testimonial. La firmeza con que el Gobierno vasco, los partidos democráticos, organizaciones de víctimas del terrorismo como Covite o la Fundación Fernando Buesa han condenado las declaraciones deben servir para que se haga toda la luz que aún falta sobre el episodio oscuro del terrorismo de Estado en la lucha contra ETA. Las declaraciones de Barrionuevo en una entrevista al diario El País están cargadas con la ignominiosa normalidad de quien relata los hechos desde la convicción de haber actuado correctamente al ocultar las acciones ilegales y no actuar contra sus autores. Un hecho que no coge de sorpresa décadas después pero que sí acredita la importancia de no cerrar esa página sin el pleno ejercicio de verdad, justicia y reparación de las víctimas. Beatriz Artolazabal recordaba acertadamente el reciente fallecimiento de Laura Martín, viuda de García Goena, asesinado por los GAL con una bomba lapa. Los mismos GAL que secuestraron a Segundo Marey o que lo intentaron con Larretxea y que, como admite Barrionuevo, eran miembros de los cuerpos de seguridad del Estado. En este marco gana aún más vigencia toda iniciativa para esclarecer y proteger los derechas de las víctimas de la violencia ejercida en democracia por quienes debieron ser los “guardianes del orden” como cínicamente los reivindica el exministro. Iniciativas rechazadas y recurridas por la derecha española, como el caso de las leyes de reparación de víctimas de violencia política y abusos policiales aprobadas o tramitadas en los Parlamentos de Gasteiz e Iruñea, por parte del espectro político. Las palabras de Barrionuevo afloran el amparo a la ilicitud, el abuso y la práctica criminal por parte de las fuerzas policiales en término de igualdad con el practicado por la propia organización terrorista ETA. Esta retroalimentación, que le vale a Barrionuevo para su inadmisible naturalidad en la defensa de estas acciones, es la misma que impedía ayer, en el Parlamento de Navarra, a EH Bildu condenar sus palabras, rehén del disfraz semántico con el que sigue huyendo de la condena a ETA.