No acabo de encontrar nada nuevo en la horrenda entrevista que ha vuelto a protagonizar Barrionuevo. Lo que dice ya lo había dicho antes él mismo. O su ex secretario de Estado Rafael Vera o el ex presidente González, entre otros muchos que formaron parte de aquella inaceptable infamia democrática que fueron el terrorismo de Estado y la guerra sucia en sus diferentes versiones. Por eso no acabo de entender el interés de Barrionuevo en volver a la palestra para mostrarse como el macarra tabernario que ha sido siempre. Si quería ponerse por delante en la responsabilidad del terrorismo de los GAL para seguir encubriendo al señor X, es un intento inútil. La identidad del personaje es de sobra conocida y más aún desde que se hizo público un documento de la CIA en el que se responsabiliza a González y a su Gobierno de la creación e impulso de ese grupo terrorista. Si Barrionuevo pretendía intentar exonerase él mismo de sus responsabilidad –los GAL asesinaron a 29 personas–, es igualmente inútil. Barrionuevo ha sido condenado en sentencia firme por terrorismo y torturas al ciudadano francés Segundo Marey, secuestrado por los GAL. Eso sí, al poco fue indultado –como Vera o Galindo y otros–, pese al alcance de sus crímenes. Tampoco le acabo de encontrar el interés periodístico de repetir una entrevista ya hecha antes otras veces dando un importante altavoz mediático a un terrorista condenado y confeso para se muestre impunemente como el personaje chabacano y sin valor ético alguno que es. Que los GAL fueron un elemento más de los diversos grupos que bajo el paraguas de los aparatos del Estado, policiales y militares protagonizaron la guerra sucia y el terrorismo de Estado en los años 70 y 80 es una realidad ya sabida. No hubo terrorismo bueno y terrorismo malo como se intenta colar ahora y en todo caso el terrorismo, el asesinato, la guerra sucia y las torturas, impulsado todo ello desde un Estado que se dice democrático y pagado con dinero público para contratar a tipos patibularios de la peor estofa que ejecutaban las fechorías planeadas previamente en los despachos oficiales, son inaceptables. De las palabras de Barrionuevo solo me parece importante la sutileza de una frase para justificar lo injustificable desde el punto de vista democrático: la necesidad cobarde de reivindicar aquella impostura y de reivindicarse así mismo. No hay dignidad alguna en ello. Ni grandeza. Sólo una enorme desfachatez propia de un canalla que justifica las tropelías de la 3 asesinatos, torturas y violaciones de los derechos humanos, tras el cobarde argumento de la razón de Estado. El mismo argumento de la obediencia debida que han usado todos los colaboracionistas cómplices de dictaduras criminales. De las consecuencias de esas palabras solo me gustaría esperar que está vez sé si deriven actuaciones judiciales dignas que persigan los delitos de exaltación del terrorismo y de humillación a las víctimas en los que más que posiblemente incurre, en su locuaz prepotencia y seguro de su impunidad, Barrionuevo. Por lo demás, a la mierda.