Unas 2.000 personas –mayoritariamente mujeres– trabajan dentro del convenio de Gestión Deportiva de Navarra en las porterías, labores de limpieza y mantenimiento y, sobre todo, como monitoras y socorristas en 21 polideportivos y piscinas. Cuatro empresas dan servicio a las necesidades de personal que tienen ayuntamientos y entidades privadas en esta área. Parece una situación habitual si no fuera porque estos trabajadores llevan años sin subida salarial, con pérdida de derechos adquiridos y denunciando un alarmante incremento de la violencia laboral y de las bajas por afecciones psicológicas. Por ello, va a hacer un mes que los cuatro sindicatos con representación convocaron una huelga que ha dejado a muchos usuarios sin poder practicar deporte y a los protagonistas, pese al desgaste que supone no llevar dinero a casa, con el ánimo suficiente para seguir adelante en pos de una estabilidad económica, laboral y, ante todo, psicológica. Lo tienen claro, les han tratado como les han tratado en tanto que muchas son mujeres a las que se ve fácil coaccionar, mujeres en edad fértil frente a una patronal que no quiere oír hablar de embarazos y, al fondo, aparecen las administraciones que adjudican concursos a ofertas tan bajas que hacen imposible unas condiciones laborales dignas.