En política –como casi en todo, pero especialmente en política–, la inmensa mayoría de las afrentas, traiciones, roces o incluso cismas pueden llegar a quedar en un segundo plano o incluso barridos por la necesidad en apenas unas semanas o meses. Hace precisamente unos meses, dos históricos de UPN fueron expulsados del partido por no seguir las directrices de las siglas que les habían llevado a ser diputados en Madrid. Sergio Sayas y Carlos García Adanero se convirtieron en unos tránsfugas para algunos y en unos héroes para otros. Promotores de una plataforma ajena a UPN que no parece de momento tener un gran recorrido, instalados en su silla de diputados puesto que el papelito del escaño es nominativo, la otra tarde se sentaron a unos metros de su antiguo líder, Javier Esparza, mirando los tres al alimón lo que iban diciendo el nuevo presidente del PPN en Navarra, Javier García, y el líder totémico de los populares, Alberto Feijó, que vino a Pamplona a apoyar a García. Por lo que se ve, Feijó quiere reeditar alguna clase de pacto electoral con UPN, ya no como Navarra Suma pero sí en coalición o similar, y para ello cree que los nombres de Sayas y Adanero son básicos en la jugada. Mientras, Esparza, que sabe que el apoyo al PPN en estas próximas elecciones puede subir con respecto a otros comicios anteriores y que negarse a este trato podría ser un error grueso, imagino que maneja las nulas ganas que tiene de acuerdos con nada que tenga que ver con Sayas y Adanero con la certeza de que quizá la necesidad le va a llevar a ello y a tragarse el sapo, veremos de qué tamaño. Es raro que la derecha no sepa reconducir de una u otra manera sus grietas y raro sería que UPN y PPN no se entendiesen en las próximas semanas, sabedores como son, no obstante, de que todo pasa porque el PSN –más bien el PSOE– no apueste por reeditar la fórmula de esta última legislatura.