“La despoblación significa perderlo todo” y revertir la situación “va a llevar tiempo” lo que no impide que estemos ante un punto de inflexión, con gente joven con ganas e ideas, con la llegada de nuevos recursos, aunque quede mucho por hacer y, lo más importante, existe una “conciencia de cambio sobre el futuro de Pirineo”, aseguraba este martes el alcalde de Orotz Betelu Javier Larra en el foro sobre despoblación en el Pirineo organizado por este periódico. Hacen falta normativas más ágiles que permitan crear puestos de trabajo, así como poner en marcha una ley de despoblación como paraguas para dar “estabilidad” a políticas en vivienda, emprendimiento y servicios que no estén al albur del color político. Servicios e infraestructuras para atraer población y acabar con las dificultades que siguen existiendo para encontrar vivienda. También Arantxa Arregui, de Lursarea-Nasuvinsa, admitía que el trabajo en el territorio en el “cuerpo a cuerpo” a través de la escucha activa con los agentes sociales y los vecinos ha hecho posible proyectos como la transformación de antiguas patateras, la creación de un matadero comarcal o pequeños proyectos ligados al territorio, recordaba también Ruben Goñi, responsable de Proyectos Estratégicos. “El momento es clave”, confirmaba Ion Mimentza, de Cederna Garalur, y es necesario dar continuidad después de más de dos años al trabajo emprendido desde el Plan de Pirineo, un proyecto que ya empieza a dar resultados. “No faltan ideas en todos los sectores”, falta un mayor apoyo en proyectos innovadores en el sector primario, potenciar el kilómetro cero y la transformación del producto en el territorio, y seguir apostando en materia de turismo por pequeños proyectos viables a nivel local que permiten cierta conciliación y conocimiento del medio, subrayaba Mimentza. No ha pasado tanto tiempo desde que diferentes colectivos de la zona y asociaciones como Bizirik Gaude, Txantxalan y Pirinioan Lan eta Bizi en el Pirineo Oriental empezaron a meter ruido y a hablar no solo del drama de despoblación sino de la igualdad de oportunidades en un territorio abandonado por la Administración durante lustros. En 2016 se crea la Mesa del Pirineo que agrupa y coordina a cinco valles y cinco ayuntamientos, así como a diferentes organismos sociales y ciudadanía y Gobierno de Navarra. Y es ese espacio compartido donde se empiezan a definir las prioridades de la zona para su revitalización. En 2019 la Dirección General de Proyectos Estratégicos del Gobierno foral asume un plan de acción, en coordinación con Lursarea y Cederna Garalur, el Plan del Pirineo con apoyo técnico en la propia zona. Han pasado más de dos años y si algo nos ha enseñado este modelo de cogobernanza entre instituciones y territorio es que lo que nace del consenso y el trabajo comunitario, de las necesidades de quienes viven y trabajan o quieren trabajar en la zona, da resultados. Como destacaba el director de Administración Local Jesús María Rodríguez corregir esa “desigualdad de oportunidades” y avanzar hacia un modelo de “desarrollo económico solidario” exige políticas de “largo recorrido”. Pueblos envejecidos donde a sus mayores se les cambia la mirada con la llegada de niños y niñas, vida a la que poder transmitir unos valores de lo que significa una cultura pegada a la naturaleza. Hoy, con otras ventajas tecnológicas: bendita fibra.