Leches, Nochebuena. Y mañana Navidad. Mañana no hay periódico, ni columna. No está mal tener un hueco así tres veces al año si caen en los días en los que suelo publicar, como es el caso. Así que aprovecho para desearles que pasen una buena noche, ya sea acompañados o solos. A veces estar acompañado es un dolor y a veces lo es estar solo, así que espero y deseo que logren cada uno de ustedes la situación que más les satisfaga y pasen la velada de la mejor manera posible, después de un nuevo año difícil y tenso, con la guerra, la crisis, la inflación y todos los nubarrones que ustedes quieran por ahí acechando. Para muchas familias no habrá sido nada sencillo llenar la mesa de hoy, la llenen con lo que la llenen. Ni siquiera habrá sido sencillo poner la mesa. Calentar el cuarto de estar. Alumbrar las habitaciones. Comprar algún regalo. Si se fijan, todo es dinero, todo acaba costando dinero y es muy cierto que el cariño y amor de familia y amigos es lo importante pero cuando vives al límite o por debajo de él ese cariño y amor no es capaz de eliminar la angustia que supone llegar a unas fechas tan caras y consumistas con la cartera casi a cero. Son fechas muy crueles estas. Para quienes no tienen compañía y quisieran tenerla y para quienes viven al día si es que llegan. Caritas anunció hace poco que cada vez más personas acuden a sus puertas a pedir ayuda. Gente con trabajos incluso, incapaces de hacer frente a la escalada de precios a todos los niveles. Vivimos en una comunidad puntera, confortable y con servicios y ayudas. Pero eso si no te caes del vagón. O si el vagón no es muy justillo. Si es así, si das un traspié, tienes un mal año, cometes un error o directamente llevas ya mucho así, es una comunidad tan durísima como otra cualquiera. Celebremos pues que tenemos comida, casas y corazones calientes cerca. Es mucho más de lo que tienen otros muchos.