Sabido es que cuando cambia el año hay que hacer recuento, de lo que sea, para meter la vida en carpetas y archivadores y continuar con la marcha, que si hemos completado la colección de todo es que estamos empaquetados. Resúmenes, protagonistas, momentos, canciones, eventos, quizás sueños, apilados en la revisión del año. La elección de la palabra del año es una de las curiosidades que nos brindan los nuevos tiempos, analistas hasta de las voces que nos interpelan, nos jalean o nos hacen callar. La palabra del año, según quién y dónde y porqué.

“Gaslighting”, en inglés, luz de gas en su traducción, es el término que “define el tipo de maltrato psicológico que manipula la percepción de la realidad de otra persona”, fue elegida como la palabra del año en Estados Unidos por la editorial Merriam-Webster, especializada en diccionarios. En 2022 las búsquedas de esa palabra se incrementaron un 1740 %, según sus datos. Como para no tenerlo en cuenta.

“Zorioneko”, la inscripción en la mano de Irulegi, es para Euskaltzaindia la palabra del año en euskera. Incuestionable.

Los periodistas de La Vanguardia eligieron como palabra de 2022 en catalán “Ucraïna”, el nombre del país que está sufriendo la invasión de Rusia desde febrero. “Comadre” fue designada palabra del 2022 en la votación popular promovida por la Real Academia Galega (RAG). La comadre es parentesco, pero también una persona de confianza. “Con este último significado, recuerda a las jóvenes y mayores que se prestan apoyo para hacer frente a los contextos adversos”, dice la RAG.

La Fundación del Español Urgente ha otorgado el título de palabra del año a la expresión compleja inteligencia artificial –”disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico”, explica la RAE.–.

En nuestro mundo más próximo la palabra del año no es una y si nos ponemos a rebuscar, seguro que sale más de media docena. O según por donde vaya el día o cambia a cada hora. Me inclino por algún taco. Algo nada fino. O no. “Esto es lo que hay”, me sugieren unos colegas como expresión el curso, como la vida.