Llegó, dejó el libro sobre la mesa y dijo que lo leyera que estaba muy bien. Ahí ha estado un par de semanas hasta este finde. Como acababa de ver que se había presentado el Informe sobre el impacto económico y demográfico de las personas migrantes en la Comunidad Foral Navarra, decidí que no era casualidad, que era el momento de ambos y empecé por el libro.

Se titula Marrón, lo ha escrito Rocío Quillahuaman, una ilustradora de 29 años nacida en Lima y residente en Barcelona desde los 11. ¿Alguna vez ha tenido una sensación de desubicación continuada? ¿De no identificarse ni con su ámbito de origen ni con el de llegada? ¿De tener que demostrar su idoneidad, la legitimidad de ocupar el espacio que ocupaba? ¿Ha sentido miedo? ¿Se ha sentido poquita cosa? ¿Ha envidiado otras vidas perfectamente instaladas en sus lugares concretos por no tener que hacerse las preguntas y soportar los malestares que soportaban usted? ¿Ha tenido que releer su historia para entender cuánto de prejuicio ajeno se hacía hueco en su propia mirada para hacerla tan desapacible?

De todo esto habla Rocío Quillahuaman. Es fácil enganchar con ella y con el texto que ha tardado tres años en escribir porque tenía que entender toda su vida para hacerlo.

El informe desmonta juicios y declaraciones recurrentes sobre la población migrante, gran parte de ellos relacionados con el abuso de recursos públicos y la repercusión negativa de su presencia para la población local, y entre otros datos aporta el muy interesante de que la población migrante retorna el doble de la inversión que Navarra hace en ella. Es decir, que, independientemente de que migrar sea un derecho y de que el enfoque utilitario no agote la realidad de la migración, viviríamos peor sin las personas migrantes.