El Brexit ha sido la mayor pesadilla concebida por el sueño del proyecto europeo. La salida de un Estado como el Reino Unido, uno de los pilares históricos y culturales de Europa, supuso un auténtico shock traumático en los cimientos conceptuales de la Unión Europea. Una ruptura que ha durado siete años y que esta semana ha escrito un nuevo capítulo, esta vez más en clave de comedia romántica que del thriller o película de terror que por momentos supuso. El pragmatismo se ha impuesto, en una situación económica difícil provocada por el propio Brexit y por la guerra de Ucrania, y el primer británico, Rishi Sunak y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, firmaban el Acuerdo de Windsor, que supone una nueva era de asociación entre la UE y Gran Bretaña. Como en toda negociación las dos partes han cedido, pero lo relevante es que finalmente se han pactado las reglas del juego de la frontera de Irlanda del Norte para no romper la unidad del Mercado Único de la UE.

Irlanda del norte, el gran escollo

Desde la entrada en vigor del Brexit, el protocolo ha mantenido a Irlanda del Norte dentro del mercado interior comunitario y británico, por lo que los controles al comercio entre el Reino Unido y la UE se han efectuado en los puntos de entrada norirlandeses, lo que evita levantar una frontera física entre las dos Irlandas y no perjudicar el acuerdo de paz de Viernes Santo (1998). El acuerdo negociado establece ahora un sistema de carriles verdes y rojos entre Gran Bretaña (Escocia, Gales e Inglaterra) e Irlanda del Norte. De esta forma, se potenciará el comercio de forma significativa entre estos países, los cuales han contemplado como sus beneficios se han visto reducidos desde la salida de la UE. Por los carriles verdes –monitorizados electrónicamente por la CE–, irán las mercancías destinadas a Irlanda del Norte sin controles de rutina, mientras que por los rojos lo harán las que sean exportadas a la República de Irlanda para entrar en el mercado comunitario, por lo que se someterían a trámites aduaneros en puertos norirlandeses.

El iva y el freno de stormont

En segundo lugar, el texto legal del Protocolo se ha modificado para que cualquier cambio futuro en materia de IVA e impuestos especiales que se realice en el Reino Unido se aplique también a Irlanda del Norte. Además, los medicamentos aprobados por los organismos reguladores del Reino Unido estarán automáticamente disponibles en Irlanda del Norte. En tercer lugar, el acuerdo introduce el bautizado como “freno de Stormont” para dar a la provincia más soberanía sobre sus leyes. Permitirá a la Asamblea rechazar nuevas leyes de la UE para mercancías que puedan introducirse si consideran que tendrían un efecto significativo y duradero sobre la población y las empresas de Irlanda del Norte. Este nuevo mecanismo debería reducir las dudas británicas sobre el papel del Tribunal de Justicia de la Unión Europea en caso de que se tengan que resolver de disputas. No obstante, el TJUE sigue siendo el árbitro único y último de la legislación de la UE y tendrá la última palabra sobre la legislación de la UE y las cuestiones del mercado único.

El acuerdo marco de Windsor tendrá ahora que ser respaldado por los legisladores de ambos lados del Canal de la Mancha. El primer escollo lo representa el ala conservadora de los Tories, el Partido Conservador británico, los principales impulsores del Brexit que pueden ver en el acuerdo firmado un signo de debilidad ante la UE. El segundo obstáculo puede venir del DUP, el partido unionista probritánico de Irlanda del Norte. La región lleva sin ejecutivo desde que el DUP se retiró del acuerdo de reparto de poder sobre el Protocolo en febrero de 2022, argumentando que el tratado socava su lugar en el Reino Unido. El DUP ha publicado una lista de “medidas” que dice que deben cumplirse para apoyar cualquier acuerdo. Cierto es que su líder, Jeffrey Donaldson, lo único que ha manifestado respecto al acuerdo es que se “tomarán todo el tiempo necesario para considerar los detalles”. Después, queda por ver la respuesta de los Estados miembro de la UE, aunque los embajadores de los 27 informados de la negociación y del acuerdo final por la Comisión Europea no han planteado ningún impedimento relevante. Parece, pues, que estamos ante una nueva era de las relaciones UE-UK, que abandona las opciones de return, el retorno a la Unión Europea, pero que es una apuesta decidida por las dos partes de un rejoin, el reencuentro de dos partes que nunca debieron separarse.