Navarra Suma, PSN y Geroa Bai tumbaron el jueves una proposición de Ley de EH Bildu, Podemos e IE para regular la instalación de grandes establecimientos comerciales en Navarra, una instalación que actualmente no cuenta con prácticamente cortapisa alguna y que ha hecho que desde hace años el número de grandes superficies ubicadas en Pamplona y en otras localidades de tamaño medio e incluso pequeño se haya multiplicado.

El resultado lo podemos ver cada uno de nosotros en nuestras calles, aunque no sean solo las grandes superficies las responsables: cada día más comercios cerrados y zonas enteras arrasadas de bajeras vacías. Ante el cambio de comportamiento que los consumidores han experimentado en los últimos años, con una mucho mayor importancia de la compra por correo, la proliferación de grandes superficies y los alquileres cada vez más disparatados a los que solo pueden hacer frente –y a veces ni eso– las franquicias, el Gobierno de Navarra debería de coger el toro por los cuernos y establecer medidas que ayuden a que el pequeño y mediano comercio resistan el embate y a poder ser le de algo la vuelta, en la medida en que los comercios son parte sustancial de la vida de las ciudades y de los pueblos, sean del tamaño que sean. No se trata solo de ayudarles con pequeñas iniciativas con una mano mientras tienes la otra completamente abierta para que se instalen las grandes distribuidoras nacionales e internacionales, esas que no solo acochinan a sus proveedores con precios marcados para luego fijar los márgenes de beneficio que lastran el precio final sino que también y por pura economía de escala acaban llevándose clientes –y más en tiempos de crisis– con el reclamo de los precios y suponen una competencia no ya feroz sino insuperable para muchos. No se trata de perjudicar a unos para beneficiar a otros, se trata de que puedan jugar con parecidas cartas.