La rehabilitación del palacio Marqués de Rozalejo como sede del Instituto Navarro de la Memoria cobra un significado especial y no sólo porque albergará los archivos que atesoran la historia más olvidada de esta Comunidad sino también por poner en valor el corazón del Casco Viejo (la vieja Navarrerría) como barrio de la ciudad. El viejo palacio barroco del siglo XVIII, con un valor arquitectónico y artístico, será un nuevo centro cultural, turístico e histórico, entre la Catedral y el Ayuntamiento, es decir, una de las dotaciones más importantes de Navarra en la que se van a invertir más de 9,4 millones. Este espacio-memoria fue impulsado en la pasada legislatura en el marco de las políticas dirigidas a redignificar la memoria histórica que durante años estuvo silenciada. Una acción acompañada de otras medidas como las exhumaciones que se han llevando a cabo en colaboración con diferentes instituciones y que han logrado devolver a sus familiares los restos de personas desaparecidas durante la guerra civil (39 las personas identificadas por el Banco de ADN desde su creación y 349 expedientes abiertos). Se pone así en valor un edificio en desuso desde hace décadas y que en los últimos años fue ocupado como gaztetxe. Fue comprado en 2005 por el Gobierno de Navarra, que en 2018 decidió ubicar en él el Instituto Navarro de la Memoria y la Dirección de Paz, Convivencia y Memoria. El espacio albergará una biblioteca con fondos a la que podrán acceder tanto las asociaciones como las entidades públicas y locales. Estará abierto también a las propias asociaciones memorialistas y con una sala para exposiciones permanentes. En definitiva, un espacio vivo vinculado a la necesidad de mantener -para no repetir- el recuerdo de determinados hechos históricos dolorosos que traspasan generaciones. Precisamente ayer el delegado del Gobierno destacaba que el año pasado se aprobó definitivamente la Ley de Memoria Democrática -despreciada por cierto por PP y Vox. con el que “pasamos página de la etapa más negra de nuestro pasado reciente, de la dictadura y de la guerra civil”. También Amaia Lerga, de la asociación de familiares de fusilados, recordaba con motivo de la muestra fotográfica que Navarra fue una de las regionales con mayor ratio de asesinatos durante el franquismo, con más de 3.500 víctimas mortales, además de encarcelamientos, violaciones, robos de bebés o incautaciones de bienes. Y queda camino por recorrer, también resignificar el edificio de los Caídos y el Fuerte San Cristóbal.