·En el viaje, iba llenándome de verde. Decía Gaugin que un kilo de verde es más verde que medio kilo. Imposible de refutar. Siempre cabe más verde y dentro, en cualquier pradera, en los alcorques o en una grieta crecen tozudos los dientes de león. Ahora pueden verse juntos dientes de león y vilanos. Apenas pasa un mes entre la presencia rotunda y solar de uno y la ligereza del otro. Hay vídeos en la red. Ya conocen estas filmaciones que resumen al mínimo la transformación de oruga en mariposa o la actividad de un volcán. La velocidad magnifica la maravilla y lo irrevocable de lo que muestran.

A los vilanos les llamábamos brujas y tenían capacidades mágicas. Se arrancaban con cuidado para mantener la esfera intacta y se empleaba una sola expiración para desprender todas las plumas. Solo entonces se activaba la posibilidad de cumplir el deseo que se formulaba internamente, por ejemplo, ir a ese lugar un día de fiesta.

Como conducía A, yo podía ensimismarme, ir, volver de Babia y pararme en el trayecto para mirar el verde en todos sus tonos, su combinación con el amarillo de los dientes de león, las glicinias moradas o el blanco de las calas. De vez en cuando, A me recordaba no sin algo de impaciencia que entre las funciones de la copilota, más allá de dar conversación y facilitar el cambio de gafas, está la de prever la ruta correcta para evitar quedarse orbitando en las rotondas. Cuando llegamos, cumplido el deseo, había bastante más gente de la que esperábamos y más ruidosa, como corresponde a los lugares donde se debe ser feliz. ¿Soplaron el vilano con la misma petición que nosotras y se desactivó? Cuando media el deseo, vamos y volvemos y el camino es definitivamente lo mejor.