No se auguran demasiadas sorpresas en la configuración de gobiernos municipales y forales en la CAV; el horizonte se despeja hacia un nuevo acuerdo de gobierno PNV-PSE que reproduce una fórmula acreditada y que ha sabido aportar gestión eficiente al país durante cuatro años de extrema dificultad por tensiones sobrevenidas del exterior, desde el ámbito económico al social y sanitario. Las bases de confianza construidas desde el respeto mutuo –también a las diferencias–, y la aglutinación de sensibilidades sociopolíticas transversales y representantivas de una mayoría de los votantes volverán a aportar la estabilidad que requiere el momento. El modelo bipartidista, que se dio por enterrado en el Estado y se pretende rescatar ahora, no parece en la voluntad de la ciudadanía de la CAV –tampoco en los de Navarra–, cuando se expresa en las urnas, por muy polarizados que estén los enfoques políticos. Hasta seis fuerzas diferentes tienen representación –más o menos estable, más o menos numerosa–, en la estructura social de la CAV y siete en la Comunidad Foral. Una pluralidad democrática en la que es necesario buscar consensos que agrupen puntos de vista coincidentes en las grandes necesidades, retos y demandas de la sociedad y en su tratamiento.

La renovación del pacto entre PNV y PSE coincide con el inicio de los contactos entre PSN y Geroa Bai para renovar la fórmula de Gobierno en Navarra de los últimos cuatro años como socios preferentes. Ambos partidos, así como Contigo-Zurekin –los tres mantuvieron ayer por separado la primera ronda de diálogo–, han mostrado su compromiso con un modelo de estabilidad institucional y progreso social y económico que ha dado buenos resultados desde su puesta en marcha con el cambio político en 2015. No obstante, las posiciones de partida y la confianza necesaria parecen lo suficientemente alejadas para pensar un pacto tan rápido como el alcanzado en apenas unos días en la CAV. Sin olvidar que esa vía inevitablemente necesita también de la abstención de EH Bildu. Y no sólo por una cuestión aritmética en la Cámara foral, sino porque un modelo de convivencia que anteponga el interés general a los intereses partidistas o particulares, que en teoría es el compromiso fundamental de ese modelo de gobernanza, se basa en la búsqueda del bien común, sin exclusiones. Un principio que debe asumir igualmente que los retos que se pueden avecinar para Navarra seguramente exigirán el acuerdo de mayorías más amplias.