Con el tiempo me he dado cuenta de lo acertado que fue que mis padres no compraran aquella casa que vendían unos amigos suyos con ese tentador jardín y su pedazo piscina a medio camino entre Burlada y Villava. Con el tiempo te das cuenta de lo importante que es vivir en el meollo de un barrio con todos los servicios a un palmo del domicilio. Sobre todo cuando las personas envejecen y necesitan un bastón, un taca-taca o una silla de ruedas. O, llegado el momento, cuando no pueden salir y se apoyan en la familia y es ésta la que necesita los servicios cerca. No hablo sólo del centro de salud, la farmacia, la panadería o el supermercado, también la parada de villavesa o el taxi, la cafetería, el bar o ese porche con bancos donde te encuentras con los vecinos y amigos.

Ésa es la movilidad ideal y la ‘ciudad de los quince minutos’ de París: calidad de vida para los mayores, mantener su vida social, también la de sus cuidadores. Las personas mayores se quieren quedar en su entorno lo que nos exige como sociedad tener una “provisión” de servicios, reconocía este jueves la geriatra Mayte Sancho. Y, en el caso de residencias, “unidades de convivencia pequeñas”. Calidad de vida que, admitía el jefe de Geriatría del HUN, va más allá de vivir más años pero que exige contar en el ámbito sanitarios con especialistas: GERIATRAS. No hay más que conocer a sus profesionales de la unidad de Geriatría del HUN tras algún ingreso; allí te das cuenta de los importante de potenciar esta figura desde Atención Primaria ante enfermos pluripatológicos, casi todos los que cumplen muchos años y se confunden muchos síntomas de ese conjunto que es cuerpo y psique.