Los cielos están revueltos en este final de junio. El verano arrancó con el destello luminoso que se pudo ver en muchos pueblos en la noche de San Juan, junto al fuego de la hoguera. Fue una especie de guirnalda de luces que resultó ser el lanzamiento de varios satélites Starlink por parte de Space X. Nada de estrellas fugaces todavía, aunque sean muchos los deseos por lanzar. Y de pronto ayer otro elemento extraño en la noche, un de garabato luminoso, otra imagen desconcertante, otra vez mirar al cielo sin comprender hasta que de algún lado casi siempre llega una respuesta, cierta o no. Esta vez el misterio se resolvió bajo la estela de un misil hipersónico de prueba francés.
Resuelto el misterio de las líneas blancas en el cielo de Navarra
No sé, me gustan más las estrellas fugaces y los planetas de siempre, las luces reconocibles de los aviones y las noches de luna llena. Hay algo inquietante en ese desfilar de elementos celestiales desconocidos. Es como un aviso de que todavía nos queda mucho por ver, por descubrir, por entender. Una mezcla difusa entre la realidad y lo que no lo es. Aunque cuidado porque ahora muchas cosas se crean sin que realmente sean ciertas y circulan y se mueven y hasta surcan los cielos e inundan las redes con su aspecto de realidad. Existe una frontera difusa entre lo que es y lo que podría ser. Hay días que una quisiera tener la fugacidad de una estrella y otros la velocidad de la luz para poder adaptarnos a esta vida de destellos increíbles.