Tarde esperada la del día de ayer. Apunten, 11 de julio, día de San Roca Rey. El forofismo patente en todos los habitáculos del recinto pamplonés, incuida la palomera de la prensa, nos dice que este muchacho al grito de Perú, Perú, tiene conquistados los corazones de todos los paganos de este coso. Si a eso añadimos el contencioso Osasuna versus UEFA, el chico encima va y coge con avidez la bandera del Club que le proponen y la agita al viento como si en las gradas del Sadar se encontrara, deja aún más rendidos a todos sus partidarios, que, a fe mía digo, hoy son ya 20.000 personas que han llenado la plaza hasta el no hay billetes. Bueno lo del muchacho para los negocios, y por supuesto para la Casa de Misericordia. Además, muchos amigos, y otros que ni lo son ni lo serán ya me hablan del bien de la fiesta una y otra vez, como si estos son los gestos necesarios que tenemos que admitir por el bien de la Tauromaquia.

Siempre todo por tal fin. Lo de hacer o dejar de hacer lo justo y necesario, o traer lo presentable y aceptable para algo denominado Feria del Toro queda en segundo, o siendo generosos, que es lo que nos solicitan en octavo o décimo lugar. Y es que recuerdo hace unos años que discutía en tertulia sanferminera en Radio Marca Navarra con el bueno de Luis Sabalza diferenciando entre el forofo, seguidor acérrimo de un equipo de fútbol al que da igual las circunstancias, el cómo y el cuándo, ni lo que el la media hectárea de yerba ocurra mientras los suyos rasquen los tres puntos, y el aficionado a los toros, hombre cabal que sabe entender y distinguir la lidia, capaz de amar a un torero y ser muy crítico con él si no hace lo que debe. Pues nada. Eso ya ha pasado a la historia. Ahora me doy cuenta que el presi de los rojillos lleva razón. Y así se lo reconozco. Viva el forofismo. Pero sin echar cuentas a Morante, que de esto es el mejor, pero que sigue con el mal fario, o el mal de ojo de la gitana que no pilla uno con el que darnos una tarde redonda. También vimos a Talavante. Pero poco. Y es que, a parte de todo, no sé ni por dónde empezar o acabar con el tema de los cornúpetas. Bueno, acabar sí. Señores misericordiosos, prohombres de esta santa institución, ruégoles que busquen en el campo, que seguro algo menos insulso, bobalicón, y con más motor habrá por la España taurina, repleta de gentes del campo y del toro., Y además, si siempre se nos cuenta que apenas docena y media de casas pueden tener un toro de los llamados de Pamplona, revienta por todos los lados viendo lo que desde El Grullo, en la pedanía de Los Naveros nos llega estos dos últimos años. De esto hay a menos de 100 km. de casa, así que imaginen dónde no. Y desde el respeto y amor a todo lo que aquí se hace por tener una de las mejores ferias, más seguidas y con más partidarios, ojo, no vayamos a seguir por estos derroteros que igual acabamos siendo el hazmerreir.