La polarización creciente y cada vez más radical, encarnada en una política de bloques muy pronunciada en una nueva versión del bipartidismo, y la perversa caracterización de las elecciones generales de hoy como una especie de referéndum presidencialista sin aparente margen para la participación de los partidos de ámbito estrictamente local, han marcado una campaña especialmente bronca y agresiva cuyos efectos podrán verse en las urnas. Estamos ante unos comicios singulares, que se celebran en pleno verano sin una causa objetiva que obligase a ello, más allá de las urgencias de Pedro Sánchez y el PSOE tras la debacle sufrida por los socialistas en los comicios autonómicos y locales de mayo.

La propia polarización y el nivel de enfrentamiento, sin embargo, parecen haber espoleado la movilización en cada uno de los bloques, a tenor del altísimo nivel de emisión del voto por correo, pese a la utilización política que ha pretendido hacer el PP alentando una teoría conspiranoica que ponía en cuestión el propio sistema. Si todas las elecciones generales son difíciles para las formaciones de ámbito local, las de hoy lo son de manera especial dada la polarización extrema entre las opciones que prometen la continuidad de un “gobierno progresista” o el “cambio” y la “derogación del sanchismo”.

Todo ello con la irrupción en escena de Vox, que no ha tenido ningún empacho en anunciar su intención de impulsar iniciativas para derogar leyes aprobadas por el Gobierno de coalición. La posibilidad de un acuerdo entre PP y Vox que diera el gobierno a Feijóo supondría exponerse a un retroceso en las conquistas sociales conseguidas en los últimos años. En este escenario, la ciudadanía navarra acude a las urnas sabedora de que estas elecciones son trascendentales para su futuro y de que Navarra también se juega mucho en ellas, por ejemplo los posibles pactos para la formación de Gobierno. La importancia de que en el Congreso y el Senado se escuchen voces que expongan los problemas y necesidades de la Comunidad foral, que hagan ver su diversidad, no puede pasarse por alto. Sin olvidar que en el Estado se está librando una dura batalla bajo la amenaza de la regresión de derechos y libertades individuales y colectivos impulsada por la ultraderecha con la complicidad de la derecha. Todo ello está en juego hoy en las urnas.