La necesidad de abordar una reforma del Amejoramiento es una demanda política que arrastra Navarra desde hace años. Un asunto que acostumbra a ocupar el espacio del debate parlamentario o mediático periódicamente con escasa, o ninguna en realidad, fortuna siempre. Ocurre como con la reforma del Mapa Local, otro asunto que sale a la palestra al comienzo de cada nueva Legislatura desde hace 40 años, pero que nunca llega buen puerto. En el caso de la reorganización de las entidades locales –más de 500 en Navarra entre ayuntamientos y concejos en una estructura única–, a estas alturas ni siquiera creo que sea posible. Y ya dudo si necesario. De nuevo, está en la Cámara foral, pero de nuevo también las posiciones iniciales auguran un imposible consenso para racionalizar el actual modelo. En el caso de la reforma del Amejoramiento, aprobado hace 41 años, han sido PSN, EH Bildu, Geroa Bai y Contigo-Zurekin, los grupos que sostienen al Gobierno de Chivite, los que han propuesto la creación de una Ponencia para impulsar cambios que adecuen este marco jurídico-político de Navarra a la realidad social actual. Pero de partida las posiciones son tan discrepantes, incluso entre los cuatro grupos que la promueven –con el PSN en una posición más conservadora que sus socios–, y con el rechazo frontal de UPN y PP a introducir cambios, con el gran argumento democrático de que no tienen la mayoría, que es fácil prever un destino más bien sombrío al intento. De hecho, hubo otra Ponencia similar a comienzos de este siglo XX que ni siquiera llegó a plantear conclusiones. Quizá me equivoque, pero esta propuesta de reforma del Amejoramiento lleva el mismo camino que el Nuevo Estatus de la CAV, que suma más de una década deambulando por el Parlamento de Vitoria sin destino alguno. Aún así, parece innegable la necesidad de intentarlo. De abordar una negociación que actualice sus contenidos a las necesidades del siglo XXI y que supere los viejos prejuicios y desconfianzas mutuas que arrastra Navarra desde el pasado siglo, cada vez más lejanas para las nuevas generaciones. De rediseñar el marco jurídico y político propio de Navarra para afrontar con las capacidades de su autogobierno los retos de este presente y del futuro que se avecina en este tiempo actual porque apenas quedan ya capacidades reales del viejo cuerpo político, jurídico, administrativo, social, municipal y fiscal de Navarra que aglutinaba el concepto de Fueros. Y esos pocos restos están siendo laminados sistemáticamente desde la ofensiva centralista de Madrid. Una reforma que debiera servir también para completar las transferencias todavía pendientes 41 años después y para reimpulsar el Estado de Bienestar foral. Y sin las exclusiones antidemocráticas que se impusieron durante años en favor de unos pocos privilegiados de un régimen caduco y fracasado. Solo una reforma inclusiva y con nuevos consensos básicos e integradores que impliquen al conjunto de la sociedad navarra puede otorgar utilidad política a un Amejoramiento caduco para las necesidades de la Navarra de hoy, 41 años después de su aprobación por unas elites políticas y económicas de espaldas a la sociedad. Y sometiendo ese acuerdo político al refrendo ciudadano que se hurtó antidemocráticamente a los navarros y navarras entonces.