Es divertido (o lamentable, según se mire) recordar que uno de los argumentos de quienes no querían que se implantara el VAR era que iban a acabarse “las polémicas arbitrales, que son la salsa del fútbol”. Toda la vida pensando que eso eran los goles, pero se ve que no. Bueno, pues por salsa no será, porque cada fin de semana hay para remojar a un buey asado.

Y el tono va in crescendo, y raro es el equipo que no se siente agredido con decisiones a menudo incomprensibles para todo espectador neutral. El arbitraje en la Liga española está donde nunca debería estar, en el centro de todas las miradas, de todas las sospechas, de todas las acritudes.

Ya no hay goles con la mano, ni con balones que no han entrado, ni tras un fuera de juego de dos metros, pero cuando hay que afinar un poco el tiro salta la polémica (cuanto mayor es el club más ruido hace, pero son los modestos los más perjudicados). Pero quienes querían salsa arbitral, ¿de qué se quejan?