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La aldea global

Txerra Díez Unzueta

Cacao Maravillao

Cacao MaravillaoEFE

Cacao maravillao era una expresión usual en los espacios televisivos de hace unas cuantas décadas para definir situaciones de complejidad social, sometidos a cambios, tensiones y vacilaciones ciudadanas que sometían al personal a novedades, mixtificaciones y agitaciones sociales de variado orden. Son tiempos de elecciones sobrevenidas, con procesos electorales, que amenazan con marear al personal con tanta idea y venida, con tanta promesa y rollo reivindicativo.

Son tiempos para no cumplir las promesas dadas, para atacar a izquierda y derecha, para jugar a la media verdad, la media mentira en el escenario del ágora que resuena con lo prometido, lo no cumplido, lo dicho y lo esfumado. Los medios se vuelven locos con tanto vaivén continuado y diario que acaba con la paciencia de los ciudadanos que ven cómo los candidatos juegan a ganarse una sustanciosa pasta que les permita vivir con holgura y privilegios.

La naturaleza del candidato busca captar la voluntad del elector en el momento de depositar la urna. Y este fin enmascara todo tipo de modos, estrategias y simulaciones que flotan en el panorama de la sociedad en período electoral; y la situación se complica cuando se encadenan elección tras elección, que diríase transitamos por las elecciones con soltura y desparpajo.

Los debates son la estrella iluminadora del firmamento mediático, que se disputan tirios y troyanos en un ejercicio de pugilato dialéctico en las jornadas electorales en las que todos buscan el cao dialéctico que deje en ridículo las estrategias de los contrincantes, llamados a combatir en el ring de la tele. Cacao maravillao para confundir, atosigar y confundir al rival. Todo sea por el exigente triunfo de unos sobre otros.