Acabamos de conocer la revisión del Plan de Residuos de Navarra 2027 que se actualiza con normativa europea y estatal más reciente y objetivos más ambiciosos como el de reducir a la mitad los vertidos de residuos domésticos. En su apuesta por una economía circular el Gobierno foral impulsa medidas para lograr la prevención-reducción en la generación de residuos. Pero si abrimos el foco desde una óptica más amplia a lo mejor matamos moscas a cañonazos. Europa ha impulsado diferentes normativas y directivas europeas sobre consumo de plásticos con prohibiciones específicas para no poder poner en el mercado productos como pajitas, bolsas, tapones, platos y otros recipientes. Sin embargo, ha dejado fuera de regulación los compuestos de pellets, de tamaño diminuto, que se emplean para fabricar todos los plásticos del mercado.

El esfuerzo que se hace para tratar de revertir un problema se topa con un muro de intereses comerciales que impiden atajar el principal problema de raíz: la producción. Viene a cuento del barco que perdió su carga en aguas portuguesas y cuyo destino era el puerto de Antwerp (Amberes). En realidad, los ecologistas llevan denunciando vertidos de este tipo desde hace años. Pese a ello, en Europa no existe una normativa que regule su transporte y tampoco un convenio internacional que prevea protocolos para actuar en casos, como el que ha ocurrido en Galicia y la costa cántabra, de catástrofe ambiental. Los expertos aseguran que Europa se ha dotado de una norma para reducir estos vertidos hasta un 74% para 2030 pero que todavía no está en vigor.

Mientras tanto, se calcula que unas 160.000 toneladas de pellets de plástico se pierden cada año en Europa y terminan en los océanos. Detrás de su producción están empresas como la petroquímica INEOS. y otras multinacionales como Borealis, BASF, ExxonMobil, Sabic, Repsol, Solvay, Covestro, DuPont y Total, que producen con gas natural o petróleo los llamados pellets. Partículas que, una vez en las fábricas, son formateadas para poner en el mercado multitud de productos desde envases y botellas hasta componentes de la industria automotriz, tuberías utilizadas en la agricultura a paneles de PVC, entre otros usos. Los gránulos de plástico de menos de cinco milímetros de diámetro son además altamente peligrosos, señalan los ecologistas, al desgranarse en partículas más pequeñas que pueden ser ingeridas por la fauna marina ocasionando problemas de salud para los peces pero también para la cadena alimenticia al absorber toxinas (principalmente, dicen, en crustáceos y mariscos).

Por de pronto la Fiscalía de Medio Ambiente ya ha comunicado “indicios de toxicidad”. Además, estas partículas tardan mucho en descomponerse, y Ecologistas en Acción ha denunciado a la naviera responsable del accidente a la que reclaman una indemnización de diez millones. Parece muy sostenible fabricar bancos con aglomerados de plásticos de botellas y envases pero de nada sirve si luego seguimos poniendo en el mercado miles y miles de productos de plástico, algunos de los cuales están presentes en nuestros cuerpos.