Hola personas, se os saluda cordialmente. El invierno va pasando y con él nuestros paseos y nuestras andanzas. En esta ocasión voy a contaros dos bien diferentes. La primera que narraré tuvo lugar el domingo a la mañana y forma parte de esas excursiones que os conté en el anterior ERP en las que nos acercamos a dar un paseo por la naturaleza, con el que alimentamos el cuerpo, y, de paso, visitamos una iglesia románica, con lo que alimentamos la mente. El domingo nos acercamos, vía Lumbier, a tierras de Urraul Alto, gran extensión de terreno con una mínima población, es la Navarra vaciada, 18 núcleos de población lo forman y entre todos ellos suman 133 habitantes.

Tras pasar Imirizaldu, 29 habitantes, e Irurozqui, 43 vecinos, seguimos carretera arriba hasta llegar a Elcoaz, 7 moradores, en donde dejamos el coche y tomamos una pista que seguimos a pie para llegar a Aristu que cuenta con un solo paisano en su censo. La pista es un bonito paseo con una cristalina regata a mano izquierda, llamada Sandoain, rodeada de montes, hace cuesta arriba en casi todo su recorrido y no tiene una mísera sombra en la que guarecerse. Tras 50 minutos de caminata llegamos a nuestro destino. Poco había que ver, como era de esperar, un enorme caserón, con sus construcciones aledañas para el ganado y la maquinaria, y, casi pegado a él, una pequeña iglesia románica que se está viniendo abajo. El tejado de su torre y el coro ya han caído y el resto lleva el mismo camino si alguien no lo remedia y tiene pinta de que no sea así. Una preciosa y diminuta portada formada por dos arquivoltas, la mayor con diez caras y una figura de cuerpo entero talladas, la menor con doce frutos en sus acanaladas dovelas, descansando ambas en impostas lisas, hizo que la caminata hubiese merecido la pena.

El otro paseo lo he dado esta mañana de viernes. He salido de casa y me he acercado al mercado del ensanche donde tenía que hacer mis encargos cotidianos para dar de comer a mis clientes. Realizado el trámite he salido a la calle por la puerta que da a la calle Olite y he tomado a mi izquierda para alcanzar la avenida de Baja Navarra y ver en vivo la tractorada. Frente al ambulatorio Dr. San Martín ya estaban aparcados junto a la mediana toda una hilera de McCormick, John Deere, Case IH, Fendt, Valtra, Massey Ferguson, New Holland y un montón de marcas y modelos que yo desconocía, en mis tiempos la mayoría eran Ebro, pero eran tractores modestos, pequeños e incomodos en los que trabajar el campo era un sacrificio, en estos que vi ayer, no digo que no será laborioso, pero el sacrificio, y me alegro por ellos, ha pasado a la historia. La hilera de máquinas llegaba por ambos carriles, y en algunos tramos en doble fila, hasta la puerta de la Ciudadela. La protesta, no cabe duda, es mayoritaria. No tengo elementos para emitir un juicio al respecto, pero me da a la nariz, por lo poco que he leído, que tienen más razón que un santo. Es un sector fundamental, cuidémoslo, porque si a nadie le interesa el negocio del campo vamos a comer chipichapas. Seguí mi camino por la Avenida del Ejército y paré bajo el edificio Singular. En su galería comercial me llamó la atención un cartel publicitario que anunciaba lo siguiente: Cosmética científica con filosofía coreana. Me fui lleno de dudas, no sabía yo que maquillaje y Platón podían ir en el mismo lote.

Crucé la calle y me adentré en el Parque, así con mayúscula. Me acerqué al murete desde el que te asomas al pequeño zoo en el que, por lo que vi, solo quedan aves. Un par de gallos se peleaban entre ellos y perseguían gallinas con fines non santos. Más allá los pavos reales se pavoneaban ante las pavas. A lo lejos una legión de ocas formaba una gran escandalera. Y por aquí y por allá un sinfín de aves corraleras, picoteaban el suelo y emitían sus cantos mañaneros.

Salí al salón central del Parque y las estatuas me hablaron, están nerviosas, han oído rumores de que les van a llenar su espacio de gente, que si unos reyes desconocidos unos, identificados un par, van a ir a hacerles compañía. Julián Gayarre no se preocupa, él está con su traje de pescador de perlas subido tan ricamente en su pedestal y nada ni nadie lo va a mover de ahí, (de momento, que no se fíe mucho), pero le preocupa su relación con la Diosa de la Abundancia, vulgo la Mariblanca, con la que mantiene un romance que puede verse interrumpido ante la llegada de tanto galán. Ella me dijo que está expectante pero que tampoco le apetece mucho que se le llene el parque de hombrazos, que no dan más que problemas, me dijo. Por otro lado, le fui a preguntar su opinión a D. Hilarión Eslava y se mostró indiferente, a mí lo que me preocupa, me apuntó, es que me limpien el monumento que encima que me pusieron en un pedestal de segunda mano y con partituras de otro, no me hacen ni caso y más que un lugar de homenaje en un alegre y florido entorno parece un monumento funerario en un triste y oscuro cementerio. Oído lo que los habitantes de la Taconera me dijeron me acerque al paseo de Sarasate a ver que se contaban los otros afectados por la tropelía, ya que de tal podemos tachar el más que previsible traslado de las estatuas de los reyes, que desde 1885 lucen en nuestro principal boulevard, al Parque de la Taconera, que será todo lo bonito que quieras pero que quién es llevado allí deja de contar entre los ornamentos importantes de la ciudad. Puesto al habla con ellos me dijeron que están indignados y que no entienden la medida adoptada por el ayuntamiento.

Cierto es que la última palabra aún no está dicha, pero lo ven muy negro. Cuatro de ellos llevan allí toda la vida, otros dos fueron traídos en 1972 al cambiarlos por Bárbara de Braganza y su marido Fernando VI. Dicen que la vida que tienen y que dan en Sarasate no la van a tener ni dar en Taconera, que temen ser sustituidos por algún truño de esos de esculturas modernas que tanto proliferan por las ciudades y que, salvo honrosas excepciones, no hay por donde cogerlos. Ellos sospechan, conociendo el percal, que su destierro obedece a que son regalos que vinieron de Madrid y eso ya, según para quien, es motivo más que suficiente para que desaparezcan de nuestra vista, también lo es que, excepto los identificados García el Restaurador y Felipe III de Evreux, el abuelo de Carlos III el Noble, los demás fuesen reyes castellanos o aragoneses, españoles en definitiva y eso, también según para quien, es motivo no ya de destierro sino de demolición. Qué pena.

Hoy ya tengo el espacio consumido, pero en breve dedicaré un ERP entero a nuestro Paseo de Sarasate que tiene historia suficiente como para hacerse acreedor de tal protagonismo.

Mientras tanto, ver venir.

Besos pa tos.