Dice un periodista (que no tuvo más remedio que verlo porque tenía que escribir de él) que el Este-Oeste del All-Star fue bochornoso. Y basta con el dato del resultado: 211-186. En la NBA han probado varias fórmulas para que el partido estelar de su gran fiesta no sea siempre una pachanga, pero siguen sin conseguirlo.

Y eso que el griego Giannis Antetokounmpo, estrella de los Bucks, ha realizado una propuesta que al menos tiene buena pinta: que ese partido sea entre jugadores de la NBA de Estados Unidos y del resto del mundo. Es decir, tocarles la fibra a unos y a otros para que quieran ganar y hagan cosas tan olvidadas en ese encuentro como defender.

No imaginamos a los jugadores locales perdiendo ese partido de buena gana, con el orgullo patrio en juego; y el gen competitivo de los foráneos, sobre todo de los europeos, es también fácil de activar. Todo menos esa chufa que es al baloncesto como los critériums urbanos al Tour.