La consejera Ana Ollo presentaba esta semana la llamada “estrategia integral” del Gobierno de Navarra para ayudar a navarros y navarras que quieren regresar del extranjero. Así supimos que alrededor de 9.020 personas que residen fuera de Navarra nacieron aquí pero tuvieron que emigrar en algún momento en búsqueda de formación o trabajo. Un grupo podríamos llamar de “vanguardia” y que conforman la nueva diáspora navarra.

Son el 23,7% de los 38.060 navarros que residen en la actualidad en el extranjero. La mayoría (72,6%) están registrados como navarros pero no nacieron aquí porque pertenecen a una segunda generación de los que emigraron años atrás y están, por lo tanto, más arraigados en su nuevo nido. Probablemente un porcentaje importante de los que se han movido recientemente sean gente joven, talentos que se nos van en busca de oportunidades. Chavales o chavalas sin duda cualificados a los que hemos formado y que emigran a grandes ciudades europeas en muchos casos para terminar sus estudios o emplearse en una especialidad.

Unos se van y otros vienen en un efecto de reemplazo. Porque en los últimos años asistimos a su vez a la llegada de jóvenes migrantes que se asientan en ciudades pero también en zonas rurales. De hecho, la población migrante creció de hecho un 9% en 2023 en Navarra (América latina y Magreb principalmente). Personas jóvenes y no siempre cualificadas que sostienen parte de nuestro modelo productivo al trabajar en tareas del campo, en aquellas vinculadas al sector primario o en el mundo de los cuidados, en todo caso, trabajos precarios, en muchos casos sin contrato y sin papeles.

Manos necesarias para nuestra economía aunque su integración también requiere sus costes sociales a medio y largo plazo si queremos una sana convivencia. Personas migrantes y familias jóvenes que vienen acompañadas con unas tasas de natalidad muy alta y que, en muchos casos, aspiran a la reagrupación familiar. Colectivos que ocupan viviendas baratas que, en algunos casos, ni tienen la cédula de habitabilidad, y a las que sólo accede gente con mucha necesidad. Dos movimientos migratorios que hay que analizar con detalle para ver las oportunidades y desafíos que representan.

La migración hacia economías más avanzadas por un lado, con los problemas que hay detrás de los países de origen y de los que somos responsables el mundo occidental al explotar los recursos de sus territorios (compra de productos y bienes más baratos por ejemplo), y por otro lado, la incapacidad a la hora de retener a nuestros jóvenes después de invertir en ellos, en edades de trabajar pero también de tener una descendencia. Según datos estatales, los mercados a los que se trasladan las personas que dejan nuestro país son predominantemente europeos. Países del norte que todavía siguen siendo esa tierra prometida como lo fueron en su momento. Es curioso el fenómeno de la inmigración porque Navarra ha sido y sigue siendo una tierra de oportunidades pero también de emprendedores. Yo sin ir más lejos soy hija de un indiano que emigró de joven a Estados Unidos como pastor ovejero y que regresó a los diez años.