Acabamos de entrar en el mes de las urgencias. Cualquier residente en esta capital sabe que junio es especial e intenso, para muchos agotador. Lo es para los estudiantes y sus exámenes definitivos, para aquellos acogotados por mil plazos de entrega y para quienes se ven obligados a presentar trabajos, propuestas y proyectos de cualquier índole antes de que nos atrape el páramo veraniego. Son tiempos de muchas prisas y, en especial, para quienes vivimos en la ciudad de los Sanfermines. Queda poco más de un mes y ya vamos a trote cuto, con la sensación de que todo está por hacer. Será por ello que en pocas horas ha comenzado a colocarse el vallado, nos presentan el cartel completo de la Feria del Toro a la par que el colectivo Iruñea Antitaurina pide a la Federación de Peñas que “facilite el tránsito hacia unos Sanfermines sin corridas” y votamos al próximo protagonista que lanzará el cohete. Poco antes o después, los llamados colectivos populares han sabido que volverán a las fiestas en la Plaza de la O y los grupos de la diversidad tendrán su espacio en Antoniutti. Toda la ciudad mueve ficha, todos (te quedes o te marches, trabajes o estés de vacaciones, puedas o no disfrutar) empezamos a sentir un comecome que, por experiencia, no desaparece hasta dentro de 34 días.