Síguenos en redes sociales:

Con acento europeo

Jesús González Mateos

El dilema del PP europeo: Cordón o pacto con la ultraderecha

El dilema del PP europeo: Cordón o pacto con la ultraderechaEP

LA campaña de las europeas transcurre sin grandes novedades y gira principalmente sobre un eje político: si el PP europeo como vaticinan las encuestas vence, ¿seguirá pactando con socialistas y liberales o se abrirá a formar alianzas con la ultraderecha? Durante décadas las mayorías en las instituciones europeas se han construido sobre la base de acuerdos entre el centro derecha, el centro izquierda y el centro. En esta ocasión la posibilidad de fuerte caída de los liberales y el ascenso de las fuerzas de la ultraderecha en muchos países de la Unión, ha abierto el melón de la conveniencia o no de darles entrada en el juego de tronos de Bruselas. El Partido Popular europeo ha mantenido hasta ahora una suerte de cordón sanitario en torno a las fuerzas ultras, que plantean un cambio profundo del modelo del proyecto común europeo y que, además, vulneran sus principios fundamentales allá donde han llegado al gobierno. Sin embargo, hay un personaje y su partido político que amenazan con hacer saltar esas líneas rojas: se trata de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni y su Fratelli Italia.

Las líneas rojas

En el acto de nominación de su candidatura a la presidencia de la Comisión Europea, allá por el mes de febrero en Budapest, Ursula von der Leyen, nominada por los populares europeos, estableció lo que consideraba las líneas rojas para la construcción de acuerdos con otras fuerzas políticas. No pactaría con partidos que colaboran con potencias extranjeras enemigas de la UE, se entiende que la Rusia de Putin y en el límite el régimen chino, y que no lo haría con formaciones políticas cuyos gobiernos han incumplido el Tratado de la UE, es decir, el Fidez húngaro de Orbán y el PIS polaco, que ya no está en el Ejecutivo pero que se ganó antaño expedientes de la Comisión por incumplir derechos humanos fundamentales. Así las cosas, dejó claramente fuera a buena parte de los partidos integrados en el grupo parlamentario de ERC Reformistas y Conservadores en la Eurocámara, en el que está integrado el español Vox. Más lejos, aún, dejaba al Reagrupamiento Nacional de la francesa, Marine Le Pen, cuyo grupo en Estrasburgo es Identidad Democrática, según los sondeos, el que más va a subir en las elecciones del 9-J.

No conviene creer que el mundo de la ultraderecha europea es homogéneo y representa un frente común de acción política respecto a las políticas de la UE. Es obvio que les une su profundo desacuerdo con el proyecto actual europeo. Ultranacionalistas, todos ellos son partidarios de menos Europa, en el sentido del peso de las instituciones europeas, eso que llaman “los oligarcas y las élites de Bruselas”, y por tanto, abogan por la recuperación de la soberanía por parte de los Estados. Del mismo modo, son contrarios a políticas comunes de asilo y migración, ya que uno de sus pilares políticos es el ataque a los emigrantes. Sin embargo, a partir de estos mínimos comunes denominadores, cada uno va a lo suyo y en muchas ocasiones no tienen posiciones unidas. La máxima expresión de este disenso se ha producido con la ruptura de dos miembros de Identidad Democrática con uno tercero. Le Pen y Salvini han roto relaciones con Alternativa por Alemania.

Meloni, objeto de deseo

Así las cosas, el PP europeo se debate en qué hacer una vez que se cierran las urnas. El llamado “cordón sanitario”, aquel por el cual es preferible alcanzar grandes coaliciones entre populares y socialistas, antes que dar entrada a la ultraderecha, ha ido saltando por los aires, a nivel local, regional y nacional, en muchos Estados miembro. Merkel fue la gran defensora de este principio y Macron el gran beneficiario. Pero la realidad tozuda nos dice que con esta fórmula la ultraderecha ha ido creciendo y comiéndose el espacio político del centro y la derecha tradicional. Desde fuera de los gobiernos realizar críticas fáciles y contentar a los indignados con la clase política, con ideas y soluciones simplonas, les ha engordado. Y finalmente, casi todos han ido cayendo en su trampa de concederles cuotas de poder en sus gobiernos. El último caso, el de Holanda, donde la ultraderecha logrará gobernar en una coalición donde incluso entrarán los liberales. En este contexto, la línea roja europea lo constituye Fratelli Italia, el partido de ultraderecha que gobierna de la mano de Georgia Meloni. Todo parece indicar que con ella si va a estar dispuesto a pactar el PP europeo, lo que la convierte en una de las principales protagonistas en el reparto de cargos que se producirá cuando se constituyan las nuevas instituciones europeas. Parece que esto va de poner el termómetro para ver cuánto de ultra es el posible socio y Meloni es solo “un poco ultra”.