“Los peores cinco segundos de mi vida. Perdí la noción del tiempo, de mi cuerpo y del espacio que ocupaba. La sensación era la de haberme convertido en una especie de esfera incapacitada, llena y envuelta en una mezcla de electricidad y dolor intenso. No podía hacer nada, ni pensar o moverme”.
A) ¿El resultado de recibir un golpe en la nuca con un bate de béisbol al cruzar un callejón poco transitado en una megaurbe estadounidense?
B) ¿Lo que sentirías al ver a tu pareja salir de un bar de la cintura de otra persona mientras se ríe con mirada ensoñadora?
C) ¿La fase terrible de un viaje químico después de haber ingerido algo cuyos efectos nadie te ha detallado con la precisión que habrías querido?
Valdría cualquiera, o la suma de todas. Pero ninguna es la respuesta correcta. ¡Los exámenes funcionan así, amigas y amigos! ¿Os acordáis? Ningún estudiante ha tenido que responder a esto en la EvAU. El enunciado es lo que sintió un agente de la policía municipal al recibir el disparo de un táser, una pistola que descarga unos pulsos de energía eléctrica que nos atraviesan y actúan como disruptor neuromuscular. Contaba también que tras esos cinco segundos de horror, listo. Se levantó, se fue a su casa y siguió con las rutinas que cimentan el día. El contexto es que la policía municipal de Pamplona ha incorporado esta arma a su equipamiento del día a día, como el cinturón, la radio, o tirar de la cadena tras ir al váter. A mí el táser es algo que me fascina, desde siempre. Un objeto que tiene la capacidad de paralizar temporalmente a alguien sin dejarle secuelas roza la fantasía. ¿Destinatarios posibles? Ese ser que desgrana en la caja de la frutería su día, semana y mes mientras tú, detrás, cronometras segundos antes de entrar a trabajar. El medio conocido que te para sobre una loseta cualquiera y te ametralla con veinte lugares comunes y quince clichés llenos de nada. Yo misma en el programa de actualidad de las tardes de ETB2 cuando el presentador desearía una valoración de 10 segundos pero me pongo a concentrar el universo en un minuto. ¿Quién más?