La coincidencia en situar la “financiación singular” de Catalunya en el centro del debate sobre la aún no nata legislatura, contenida en los discursos protagonizados ayer por los dirigentes del PSC, Salvador Illa, y de ERC, Marta Rovira, abre una posible senda de entendimiento que pueda conducir a una investidura, cinco semanas después de que se llevaran a cabo las elecciones. Escuchados los mensajes lanzados por ambos partidos, es incluso plausible interpretar que la simultaneidad de los contenidos no es pura coincidencia, sino que más bien se trata del fruto de algún tipo de negociación.

La secretaria general de Esquerra advirtió a los socialistas de que Pedro Sánchez debe “mover ficha” en el campo de la financiación para Catalunya mediante un sistema similar al Concierto o el Convenio ya que, de lo contrario, será “muy difícil” que ERC apoye la investidura de Illa. A su vez, el candidato del PSC a presidir la Generalitat actuó de portavoz del Gobierno español al señalar que Sánchez quiere “dar respuesta a la singularidad de Catalunya” para mejorar su financiación, lo que, aseguró, “no es ningún privilegio sino una cuestión de justicia”.

Es obvio que tras los malos resultados electorales cosechados y ante la oferta lanzada por Junts de que apoyen la investidura de Carles Puigdemont, los republicanos necesitan estímulos de calado en forma de conquista o éxito negociador para virar hacia uno u otro lado. Ambas opciones son de alto riesgo, aunque el actual bloqueo llevaría de manera inexorable a una repetición electoral en Catalunya que podría aún ser peor, en especial para la ciudadanía catalana.

Los últimos pasos dados, como la unidad independentista para la constitución de la Mesa del Parlament que otorgó la presidencia de la Cámara a Junts, han producido una fuerte desorientación en la política catalana, sacudida también por la polémica ante la posición de los fiscales del procés, que se niegan a aplicar la ley de amnistía en todos sus términos. De ahí que sea urgente evitar una mayor desestabilización e incertidumbre. Por otra parte, no hay duda alguna de que Catalunya –tercera comunidad en aportar recursos y la decimocuarta en recibirlos, según apuntó acertadamente Illa– precisa de manera urgente una financiación acorde a su singularidad, posición y potencial político, social y económico.