Imanol Pradales fue ayer investido lehendakari por el Parlamento Vasco como estaba previsto tras el acuerdo entre PNV y PSE para gobernar en coalición. Fue una sesión en la que la presencia de dos candidatos –el elegido y el de EH Bildu, Pello Otxandiano– no alcanzó la trascendencia de la expectativa creada y la coalición independentista utilizó la sesión como escenario para visibilizarse sin expectativa alguna de gobernar. De hecho, esta circunstancia estuvo tan presente que hurtó el contraste real de modelos en tanto Otxandiano no concretó el suyo.

Los diagnósticos y objetivos descritos por Pradales tuvieron suficientes puntos de coincidencia con los del otro candidato como para justificar las ofertas cruzadas de diálogo en busca de consenso. Aunque la experiencia es pródiga en ejemplos de acuerdos fallidos cuando se debaten las medidas concretas. En todo caso, el nuevo lehendakari desplegó –como correspondía– un programa mucho más estructurado, con definición de líneas de acción, compromisos y medidas para alcanzarlos y que no eludió ninguno de los retos a los que deberá responder.

En su intervención se percibió la voluntad de afianzar el papel de los poderes públicos en el bienestar ciudadano a través de los servicios que prestan, con incidencia directa al ámbito de la salud, la vivienda, el empleo y la asistencia social. Pradales asienta su futura acción de gobierno sobre pilares de progreso en sus vertientes económica, social y ética. Así, el nuevo gobierno tendrá el compromiso definido por su lehendakari de asegurar los mecanismos para garantizar el bienestar social con programas de intervención pública en favor del mismo pero también mediante un programa económico que permita generar los recursos, la actividad y la riqueza que sostenga las políticas sociales.

La variable ética de una memoria inclusiva y deslegitimadora de todas las violencias apareció de la mano del candidato del PNV. Será, además una legislatura para la actualización y profundización del autogobierno, su articulación con un nuevo estatuto desde un consenso suficiente previamente en la CAV. Pradales acreditó que tiene una hoja de ruta y, frente a ella, se vislumbraron diferentes modelos de oposición ideológica cuya concreción práctica no se presentó y su deseable voluntad de acercamiento está por contrastar.