Lo de Vox con el PP será un paso muy calculado y medido –los ‘Menas’ (palabra que utilizan como término despectivo) les importan una mierda a ninguno de los dos– pero cualquier decisión que implique marginar a la extrema derecha será bienvenido. Se quedarán unos cuantos cargos de Vox –con otras siglas– en las comunidades donde gobernaban con el PP, los populares vetarán en cuanto puedan la reforma a debate de la Ley de Extranjería para impedir un reparto de Menas obligatorio y, además, sabemos que en los territorios donde gobernaban tampoco han cumplido otros acuerdos en materia migratoria, pero el resultado es que se automargina y se retira del terreno de juego político un partido xenófobo que rechaza el reparto voluntario de 347 menores procedentes de Canarias y Ceuta. Un Vox capaz de romper nada menos que seis gobiernos territoriales (más municipales) para evitar la entrada de un puñado de chavales a los que trata como apestados. Porque no es sólo una cuestión de humanidad con niños y adolescentes magrebíes o subsaharianos sin referentes familiares sino de solidaridad con las islas que ya acogen a 5.600 menores y que no dan a basto. A Murcia irían 16; a Aragón, 20; a Extremadura, 30... Utilizar a chavales que huyen de la miseria como moneda de cambio es miserable. Pero son los compañeros de viaje que algunos han elegido... Estos chicos, menores y adolescentes magrebíes y subsaharianos, se buscarán la vida, da igual donde los lleven porque se saben mover, son supervivientes y mucho más inteligentes y buena gente que quienes creen conocerlos. Sólo necesitan una oportunidad y para ello hace falta repartir los recursos públicos y los que la propia sociedad de acogida les brinda de forma voluntaria. Los que han cumplido algún año más venden sombreros y collares por los bares de Iruña en Sanfermines cada noche. Detrás de cada uno de ellos, hay una historia de superación.