Vivimos inmersos en la cultura del sold out. El miedo a perderte algo y quedarte fuera nos lleva a un consumo mucho más rápido y anticipado. Nunca se habían hecho planes con tanta antelación como ahora, lo que choca en parte con esa otra pretensión de vivir intensamente el momento presente sin pensar en el futuro. Un concierto sale a la venta y en menos de unas horas todas las entradas están vendidas. La historia se repite, sobre todo con citas que se presuponen únicas, que llevan la etiqueta “del último o el único concierto de”... que luego resulta que casi nunca es el último. Sold out no es más que la expresión inglesa para decir todo vendido o entradas agotadas. Pero ya forma parte de nuestro vocabulario cultural. Dicen que esta nueva técnica de marketing y de venta ha llegado para quedarse y consigue que la vida de muchas personas consista en ir de sold out en sold out. Estamos dispuestos a pagar mucho por aquello que no queremos perdernos, eso parece claro, sea el concierto de Bruce Springsteen en Donostia, que por cierto se agotó en una mañana y ese mismo día ya se anunció la nueva fecha, o sea el próximo que se lance. Así condicionamos el tiempo futuro a ese ocio que se nos oferta con meses, hasta años de tiempo. Y cuando tienes una fecha en mente, es como si aumentaran las ganas de vivir deprisa para que llegue ese momento. Sobre todo para los más jóvenes, para quienes los conciertos son algo más que música, son parte esencial de la vida social de su generación. Y cuando eres joven vivir rápido es siempre una opción, porque no sientes que el tiempo te pueda faltar.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
