Hola personas, ¿qué tal va todo?, yo sigo quieto, pero espero que por poco tiempo ya que ayer hechiceros y druidas me metieron mano y espero que este suplicio se haya acabado.

Bien, pero está semana teníamos pendiente conocer algo sobre el bloqueo carlista. Es difícil hacerse una idea aproximada de qué tenía que ser vivir aquella situación, sin agua, sin comida, sin gas ni carbón, al final sin leña, con las alcantarillas días y días sin recibir ni una gota de agua que las limpiase y con una población altamente afectada de tifus, diarreas y otras afecciones infecciosas. El índice de mortalidad se elevó de una forma exponencial, de uno o dos muertos diarios, que se daban en la Pamplona pre bloqueo, a 15 diarios que se dieron durante el mismo. Por si esto fuera poco, se prohibió enterrar en Berichitos. La ciudad hubo de encontrar un cementerio alternativo, improvisado, un lugar de urgencia para dar sepultura a tanto y tanto vecino fallecido. Y ese terreno se encontró en las inmediaciones del Portal de Francia, de manera que podían llevar a cabo las inhumaciones sin abandonar las murallas.

Uno de los textos en los que he bebido y que me han aportado información ha sido Recuerdos de una guerra civil, Álbum del bloqueo de Pamplona, de Ignacio Urricelqui, conteniendo un facsímil del Álbum original, realizado de forma anónima y en el que hay infinidad de documentos de la época y un montón de acuarelas del Bloqueo, incluyendo algún chiste gráfico, como el de una viñeta que se titula Pamplona. Visita en enero de 1875 en ella se ven tres figuras sentadas en el suelo y una de ellas dice "¿Y Alí? Nos lo comimos hace días. Por cierto, lo guisamos con la última silla." Así eran las cosas, se comían a las mascotas cocinadas con los muebles. No hay constancia de ello, pero parece ser que los padres del álbum fueron los hermanos Aniceto y Nemesio Lagarde, ingeniero y militar respectivamente, autores de muchas de las acuarelas que componen la colección.

La ciudad declara como bloqueo efectivo de septiembre de 1874 a febrero de 1875, pero lo cierto y verdad es que Pamplona ya llevaba meses sufriendo los rigores de la guerra. Las comunicaciones estaban cortadas, y el ejército gubernativo tenía la plaza cerrada debido a la amenaza de los boinas rojas. Por lo tanto, cuando llegó el bloqueo llovía sobre mojado. Era un bloqueo ligero, la gente salía a por leña, a por agua o a las huertas, los carlistas los asustaban con algún disparo, pero los asustaban poco, porque la gente seguía saliendo y no moría nadie, o mejor dicho, casi nadie, porque a un pobre mielero que traía a vender su miel a la ciudad, el 28 de noviembre, en terrenos de Santa Lucía, le dieron el alto y allí mismo lo fusilaron. O aquel otro desgraciado de Ansoain llamado Leoncio Larrañeta al que los carlistas mataron a bayonetazos por vender unas perdices.

Lo peor de todo era la escasez de tres tipos de producto, de comer, de beber y de arder. Del primer grupo pronto empezó a escasear en el mercado de todo y los precios llegaron a dispararse de tal manera que un huevo alcanzó los 3 reales, precio que antes costaba la docena. De vez en cuando llegaba carne porque la guarnición, fuertemente armada, solía hacer salidas a la cuenca y volvía con animales que eran puestos a la venta. La lista de precios incluía desde un kilo de vaca a 24 reales, 12 el de burro, 10 el de perro o 16 reales un gato, hasta el precio de una rata: dos reales. El segundo grupo, el de las cosas del beber, tenía menos problemas. Ya vimos que a partir del día 6 de noviembre con el invento de D. Salvador, el asunto del agua estaba solucionado y las tabernas seguían funcionando, supongo que de algún sitio sacaban mol del malo y algún destilado casero. Y el último grupo, el de las cosas de arder, tampoco lo tuvo fácil. Enseguida se acabó el carbón y sin carbón no se podía fabricar gas y la ciudad se quedó sin más combustible que los árboles. Pobres. No solo fue el asunto energético, sino también el militar, ya que, se ordenó talar todos los árboles de las cercanías para que no sirviesen de parapeto a los sitiadores. El día 30 de diciembre el ayuntamiento VENDE todo el maderamen de la plaza de toros, burladeros, barrera, puertas, asientos y todo lo que arda y lo vende a 4 reales la arroba, (arroba =11,5 kgs.). Es increíble, la ponen a la venta, el que puede se calienta y el que no se jode. Así mismo suben de la estación toneladas de traviesas y postes de telégrafos allí almacenados que también fueron vendidos. La gente quemó los muebles y las puertas interiores de las casas, contra un invierno que fue especialmente frío, con más de una nevada.

El bloqueo apenas se sentía de puertas adentro, pero a veces la situación se hacía notar, así, por ejemplo, el día 8 de octubre una bala entra en el Café Suizo de la Plaza del Castillo, no causa bajas, pero impacta y queda clavada en una caja de puros que sujetaba en su mano un joven abogado de la ciudad.

En todo este maremagnun destaca Pantaleón Unciti Mina, Carricaluche, un valiente que organiza una partida de voluntarios que se dedican a varias labores, lo mismo hacen vigilancia interna, que salen a acosar a los hijos de D. Carlos, que hacen escapadas para ir por los pueblos de la cuenca y volver, a limpio tiro, con todo tipo de alimentos y vino, siempre traía vino. Carricaluche y sus secuaces tenían licencia del alcalde para vender lo que entrasen en la plaza con un módico beneficio, una vez más el que podía comía y el que no pues…no. Los que no alcanzaban, tenían la posibilidad de comer en la cocina económica que se organizó en el instituto de la plazuela de San José. Por un real te daban en la comida 2 onzas de arroz, 3 de garbanzos y 1 y media de tocino, y por 30 céntimos te dan la cena que era 6 onzas de habas y ½ de manteca. Y así iban pasando los días.

Pamplona fue bloqueada republicana y se desbloqueó monárquica ya que en enero de 1875 Alfonso XII fue proclamado rey. Aquí llegó la noticia, pero no se le hizo mucho caso, hasta que se presentó en el portal de San Nicolás un joven emisario que venía exclusivamente a anunciar el cambio de la forma de estado.

Y por fin llegó el día 2 de febrero, amaneció como uno más con sus líos de falta de carne, se vendió pollino de leche y caballo. Sobre la 1.30 se escuchó un fuerte cañoneo de la parte de Puente La Reina, a las dos, la campana de San Saturnino, en cuya torre estaba el vigía, anunció que se acercaban muchas personas por la parte de Mendillorri, pronto se vio que eran fuerzas amigas y todo el mundo se echó a la calle y llenó los balcones y se dispararon cohetes y se supo que por fin la pesadilla había terminado. A las 17 horas entró el General Moriones con un cuerpo de ejército que liberó la plaza. Y colorín colorado…Ah, no, aquí no acaba, a los 5 días vino el Rey, en su primera misión, a saludar y felicitar al valiente pueblo pamplonés. Del cual la mayoría era carlista.

Besos pa tos

Facebook : Patricio Martínez de Udobro

patriciomdu@gmail.com

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