Hace mucho que no abro una, pero antes las novelas clásicas rusas traían al principio una página o varias en las que se hacía un repaso de los personajes, para que no te liaras como una persiana. Leías la novela con algún dedo de la mano izquierda siempre metido en la página de los protagonistas. Lo de Abalos, Koldo y Cía debería de venir así, en modo libro. Si lo sigues por Internet es imposible. Por ejemplo, en la web del Mundo. La web del Mundo se pega la semana entera abriendo su portada con titulares grandes y pequeños sobre el tema, al que a veces le mete algo de Begoña Gómez y del novio de Ayuso, pero las tramas han ido avanzando ya tanto que hay cada vez más nombres secundarios y subtramas y claves, así que si te pierdes un par de días o tres de mirar la web para cuando quieres darte cuenta no hay Cristo humano que siga aquello con un mínimo de coherencia, con el resultado lógico y esperable: no sabes lo que pasa y, por supuestísimo, no tienes la más mínima idea de lo que pasó, que vete a saber qué parecido o no con la realidad pueda tener lo que te cuentan en una web que pertenece a un grupo editorial que quiere derribar al gobierno actual desde 2018. Parecido pasará digo yo en las webs que mal que bien prefieren este gobierno a cualquiera que venga de la derecha, que hay que tener mucha fe para creerse todo lo que ve publicado uno y que aquello concuerde efectivamente con la verdad. Este es el estado de las cosas actualmente, el de un contexto tan dividido en dos esquinas tan claras que el ciudadano normalito que no sea un santurrón de unos y de otros asiste a todo esto con la espalda cargada de incógnitas y una creciente sensación de no pertenencia ni siquiera al mismísimo Universo, como si todo esto no fuera con él o fuera una obra de teatro de mal gusto que le está haciendo perder el tiempo y el humor. Por no decir la confianza en los demás.