Creo que la primera vez que oí hablar del TAV y su paso por Navarra aún cursaba la Educación General Básica y me acababa de sacar el carnet joven de la Caja de Ahorros Municipal o la Topelibreta o algo. Me lío porque ya paso de los 50 y pierdo neuronas. El caso es que el mundo, como decían en Cien Años de Soledad, era entonces muy reciente y para mencionar las cosas había que señalarlas con el dedo. Madre mía, el TAV, el Tren Aparcado en la Vía.
Ahora la noticia es que igual el Ministerio de Transportes acepta una tercera opción, que es ir hasta Bakaiku por la vía de Vitoria y de ahí enlazar con la vía hacia Ezkio, una propuesta que hicieron los gobiernos de Navarra y País Vasco en 2018. Hasta ahora, parecía que desde Madrid se decantaban siempre porque la conexión de Navarra con la Y vasca se realizara hasta Vitoria. ¿Lo veremos, se avanzará, realmente esta obra es buena para Navarra, es un despropósito si apenas movemos mercancías por tren? Como sucede con muchos asuntos realmente importantes, a la inmensa mayoría de la ciudadanía nos sobra información acerca de estas cuestiones pero nos faltan prescriptores fiables que nos la mastiquen, presenten y expliquen con claridad y alejada de intereses partidistas.
Son tantos y tantos años y décadas de anuncios, parones, retrocesos, cambios y negociaciones que al final acabas no teniendo ni idea de qué, para qué y a qué coste y por qué y si no hay más opciones que lo que elijan desde Madrid y punto. En la eterna lucha entre quienes hablan de no quedarse atrás y quienes hablan de no derrochar en obras faraónicas sin rendimiento real, quedan huecos para quienes no terminamos de entender los claros u oscuros de cada opción, las posibles alternativas si las hubiere o, ya rizando el rizo, las ventajas o desventajas de unos u otros trazados o unos u otros tipos de tren. Una situación muy típica en las grandes obras públicas.