Chiste del año de la tos: en un juicio por blasfemias a un obrero de la construcción, dice el acusado: “No, señor juez, cuando mi compañero me tiró plomo hirviendo por el cogote, yo solo dije: ‘Jolines, ten un poco más de cuidado, hombre...”. Chiste de esta semana: la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) castigará en la Fórmula 1de modo progresivo –con duras multas, puntos en el Mundial y carreras sin participar– a los pilotos y responsables de escuderías que protesten contra las decisiones de los jueces o empleen palabras malsonantes.
Una Ley Mordaza que ha caído como una bomba en el paddock por su dureza, por la limitación de la más elemental libertad de expresión y porque, para colmo, tiene apartados tan ambiguos (“Daño moral a los valores defendidos por la FIA”) que se prestan a castigos arbitrarios. Y que recuerden los pilotos: si tienen un accidente, por grave que sea, no digan nada más fuerte que “Recórcholis”.